juan Mar

Nadie es profeta en su tierra

A pesar del tropel de desaires, menosprecios e ingratitudes de los vecinos de Castril, Pilar del Río mantiene vivo el legado de Saramago.

ERAN tiempos mejores, sin duda, y Pilar del Río escribió un maravilloso artículo para celebrar la concesión de una distinción otorgada a Castril por la Diputación de Granada. He escogido un fragmento, titulado Tengo un sueño, que decía así: "Se dijo en Castril no hace mucho, hacer de este culo del mundo un lugar de encuentro, de intercambio de culturas, de conocimiento del otro. Y se pusieron en marcha albañiles y obras, comenzaron a aparecer artistas raros que nos llenaron las calles de idiomas desconocidos, y ciertas casas cerradas se convirtieron de hoteles de tres habitaciones, y en un remanso del río se preparó acogida para forasteros, y se siguió soñando hasta que de pronto llegó la idea de hacer del antiguo teatro, y antigua escuela, y, quién sabe, quizá antigua cárcel, y antiguo almacén y desde luego ruina durante años, un centro internacional de congresos para que científicos y literatos, y médicos y músicos del mundo pudieran venir a desarrollar sus conocimientos en un lugar en paz consigo mismo y con su entorno. Y muchos en el pueblo, la mayoría, se puso a trabajar para que la huella de hoy sea clara y limpia y no sólo para que la del pasado brille en una hornacina. Conservando lo digno, quitando polvo y telarañas a la ruindad del pasado, que de todo hubo, esclareciendo lo noble, restaurando e innovando desde lo que somos, Castril será el monumento del presente, el lugar a donde vayan los mejores y desde donde se enuncien los pensamientos que el mundo necesita. Porque al desarrollo se llega desde la cultura, lo contrario es rapiña y explotación".

Pasado un tiempo, con motivo de la edición de un libro sobre Castril, volvió a escribir un nuevo texto, nuevamente genial y, curiosamente, con un final premonitorio sobre lo que vivimos hoy en este pueblo: "Si por alguna sinrazón nos fallara el norte y de nuestro pueblo alguien pretendiera hacer algo que ofendiera la imagen que de él tenemos, no lo dudemos: recojamos nuestro propio retrato, nuestros recuerdos y las miradas que nos sostienen y animan, y emigremos. Vayámonos a otro planeta, a un lugar donde Castril, el pueblo mítico que guardamos en la memoria y en el corazón, sea posible y definitivo".

Y como todos sabemos, tristemente ocurrió, Castril perdió el norte y se destruyó todo aquello de bueno que se había levantado años atrás.

Ya no hay nada de aquellas iniciativas, de los proyectos y de las actividades que, en gran medida fueron posibles gracias al apoyo, el entusiasmo y la entrega de Pilar del Río y de José Saramago.

Y por si esa debacle fuera poco, tanto José como Pilar tuvieron que soportar, por acción u omisión, un tropel de desaires, menosprecios e ingratitudes de los vecinos de Castril.

Tras conocer la noticia de la concesión de la Medalla de Andalucía a Pilar del Río, al felicitarla le escribí: "Nadie es profeta en su tierra, ¿y qué? Tú eres profeta en el mundo", y es que el espíritu y el legado de Saramago sigue vivo a través de Pilar, esa mujer admirada por muchos y denostada por otros, los menos, que no captan su enorme valía, su inteligencia brillante y su formidable sensibilidad.

Pero Pilar, como he leído por algún sitio y suscribo, hoy está abierta al mundo como nunca antes, entregada a la Fundación José Saramago y a velar por la trascendencia de la obra de José Saramago.

Ya lo dejó dicho el Premio Nobel portugués: "No voy a morir, Pilar no me lo permitiría".

Felicidades Pilar, desde lo más profundo de mi corazón.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios