Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Negacionistas de causas

Hoy, más que nunca, la política es el arte de cortocircuitar la relación causa-efecto

Negacionsitas, contorsionistas y recolocadores de causas florecen hoy como los espárragos trigueros en marzo. Si gana Iglesias -temen sus adversarios-, aislará la capital del resto de España con un muro, el de Madrid. En la Transición se dijo que los comunistas serían los causantes de la pérdida de las pensiones por los viejos. La libertad se la deberemos a Ayuso, su causa. El muro de Berlín parece no haber caído a causa de recalcitrantes anticomunistas. Si se activa el voto en barrios obreros, el gobierno de la Comunidad será de la izquierda, declaró Iglesias en El Intermedio, olvidando que una de las causas de la pérdida de los votos de Vallecas, su barrio, fue su traslado a una mansión de las afueras. El problema de la relación de las causas con sus efectos entretuvo durante la Edad Media a teólogos como Guillermo de Occam o Tomás de Aquino. Sobre esa relación se asienta el método científico. Se dice que la relación causa-efecto es sobre todo una construcción mental del sapiens. Los animales ni se la plantean. Sin embargo, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en las misma piedra, en tanto que el gato escaldado del agua fría huye. La política se ha convertido en la gran negacionista de las causas. Si uno se parte un pie, sabe que no podrá andar durante una buena temporada; si uno no se vacuna, contraerá un virus, si eres feo, ligarás menos; si no tienes para comer, adelgazas, te cabreas y pegas fuego a algo. Causas, efectos. Hay una enorme conspiración del poder para banalizar la relación causa-efecto. Causas y efectos, a la carta. Así, si el partido al que perteneces desde tu destete, roba, cuando llegas a presidirlo, niegas ser causa alícuota de sus tropelías. Pese a que tu padre, el Emérito, sigue transnacionado e investigado, tú sigues disfrutando de la corona heredada, y procuras difuminar tu relación con uno de los causantes irrenunciables de tus días. Dices ser republicano, pero defiendes la monarquía. Aunque la hemeroteca te delate, tú no eres el causante de nada, lo que no te impide establecer un lazo fortísimo entre los errores de tus adversarios y sus causantes. La política, hoy más que nunca, es el arte de cortocircuitar la relación causa-efecto. Presente, sin embargo, en las vidas de las personas, a las que un mal gobierno les causa multitud de efectos nocivos.

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