Y New York durmió

El disgusto dejó desnudo el metro y muchos trabajos. Llantos por haber perdido o porque hubiera ganado Trump

El miércoles Nueva York me volvió a sorprender. Me levanté, como cada día, muy temprano. A las seis y veinte de la mañana ya hay mucha actividad en las calles. Las gentes, como aquí dicen, nunca duermen. La madrugada del martes los newyorkers no durmieron, de hecho. Pero lo hicieron durante la resaca del día después. Ver que Donald Trump se había convertido en el nuevo presidente de EEUU dejó en estado de shock a casi toda la ciudad, en su mayoría demócrata. A las ocho de la mañana las calles de Manhattan seguían casi vacías. Me detuve en el puesto de frutas en el que siempre me paro más por charlar con el vendedor que por el interés de comprarle una manzana. Le pregunté por si estaba contento y me respondió que sí, pero en cuanto le evidencié que habría votado por Trump se escurrió entre las frutas.

La noche electoral la viví en casa de unos colaboradores de Hillary Clinton a los que dejé, de madrugada, desolados. En el metro, las caras de todos lucían muy tristes. Una pareja se subió con una bandera americana a la que jamás he visto tan decaída. Seguro que esa pareja de edad madura la había estado bandeando durante horas a pesar de que quienes han votado a Hillary no la quieren. Pero no cupo para ellos otra posibilidad por salvar a EEUU de un hombre que pretende levantar un muro entre México y ellos. Hillary les ha mentido, dicen que es paranoica, y a pesar de que la defienden por su experiencia política no les inspiró confianza ni cuando era primera dama. Manhattan es muy liberal. Aquí sigue vivo el espíritu de artistas como Dylan o Woddy Allen. Los bohemios, gais, cantantes, pintores, bebedores de selectos vinos y exquisitas comidas permanecieron en su casa el miércoles. Muchos padres no llevaron a sus hijos a la escuela. Tampoco fueron al trabajo y los que acudieron a él, aferrándose a que necesitan el dinero, lloraron ante los compañeros y con los compañeros. El disgusto dejó desnudo el metro y muchos trabajos. Llantos por haber perdido o porque hubiera ganado un hombre que no tiene experiencia política, pero que prometió hacer con EEUU lo que hizo con sus negocios. Los young white men's son quienes más lo han apoyado. Mientras unos no han ido al trabajo por haber perdido, otros esperan de Trump que remodele Washington. La imitación social puede haber sido otro atractivo: si él es rico podría hacer que lo seamos nosotros. Otra nueva fantasía para la ciudad de los sueños.

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