Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Nueva anormalidad

Es una broma pesada de Sánchez-Iglesias calificar de 'nueva' lo que no es normalidad

En un país donde la clase gobernante y el resto de políticos, con cargos o sin ellos, roza los límites de la anormalidad, nos hemos acostumbrado a que estos privilegiados utilicen con frecuencia aditivos para camuflar la realidad, con expresiones tales como 'desescalada', 'cogobernanza', 'miembras' y otras ocurrencias que, en general, nos hacen, al menos, reírnos para soportar confinamientos o dramas que, por desgracia, afecta a un número demasiado elevado de la población, como está ocurriendo con la terrible pandemia del Covid-19 que, por no saber, ni siquiera conocemos el número de fallecidos, aunque sí lo saben muy bien, por su dolor, cada uno de los que han perdido a un ser querido en circunstancias extremadamente dramáticas, en la soledad, discriminados por superar límites de edad o situación, aunque fuese para intentar salvarlos, por pocas posibilidades que tuviesen de subsistir. Cuando pasen estos momentos saldrán a la luz esos momentos, dignos de relatos de terror de Allan Poe y, supongo, se pedirán responsabilidades.

Pero los que hemos superado, hasta ahora, los efectos de la guerra del virus criminal, y volvemos a ver familiares, amigos, transitar por calles y si, viene al caso, tomarnos una cerveza en una terraza, con la inseguridad y el temor de ser infectados, mirando a nuestro alrededor, por encima de mascarillas que, hoy, consideramos imprescindibles, cuando, en pleno auge de la curva, el patético doctor Simón y el ministro de Sanidad la recomendaban sólo para los transportes públicos -luego reconocieron que mintieron porque no había mascarillas para todos-, los supervivientes, digo, de la primera ola consideramos una broma pesada de Sánchez-Iglesias calificar de 'nueva' lo que no es normalidad, sino una evidente anormalidad que veremos a dónde nos conduce. A los gobernantes -particularmente los nuestros- les gusta ocultar la realidad, con silogismos o calificativos supletorios. No entraremos el lunes en una 'nueva normalidad', sino en una anormalidad contundente. Estaremos pendientes de rebrotes o posibles confinamientos -el virus sigue entre nosotros-, el paro y la pobreza crecerá, como en ningún otro país de la UE -es otro engaño decir que "Salimos más fuertes"-, habrá irresponsabilidades sin cuento, tendremos que pedir hora para ir a la playa, los que puedan hacerlo; hemos borrado del mapa las fiestas tradicionales, suprimido besos, abrazos, apretones de manos… Pero, eso sí, dice la ministra de Educación que habrá curso escolar presencial…guardando los niños las distancias, hasta en el recreo, y es posible que aprender castellano no sea fundamental en algunas autonomías. Cualquier cosa que ocurra a partir del lunes no será precisamente normal, por muy nueva que la camuflen los ínclitos Pedro y Pablo.

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