ACABA de salir publicada en Rusia la novela Amor verdadero.wrt. La acción se desarrolla en una isla desierta donde un grupo de personajes que sufren amnesia, ninguno recuerda nada de sus avatares amorosos anteriores, se encuentran ante la posibilidad de establecer un nuevo tipo de relación. La intención del editor era crear un libro sobre el amor verdadero de forma objetiva y que estuviera escrito por un autor que no fuera ni hombre ni mujer. Lo han conseguido. El autor es PC Writer 1.0, el primer escritor no humano en la historia de la literatura. Para que el ordenador compusiera la novela fueron necesarios meses de trabajo colectivo por parte de varios programadores para desarrollar el software capaz de generar la trama. El algoritmo literario se basa en personajes de las novelas de Tolstoi y el estilo resulta de la imitación de otros trece autores. El proceso informático primero define a los personajes y después crea modelos de acción-reacción entre ellos. El editor reconoce que el relato que arroja el ordenador necesita después un buen repaso literario que haga legible el texto.

De la combinación de autores, personajes, estilos y géneros literarios surgen millones de posibilidades, todas artefactos parásitos de obras literarias conocidas. A poco que perfeccionen el programa podrán fabricar novelas como churros, obras con la lógica del chip pero sin alma. Es pronto para aventurar la recepción que tendrá este experimento. Cabe esperar que tenga cierta resonancia porque vivimos en un tiempo en el que irremediablemente todo lo que genera el ordenador tiene mas interés que la letra impresa. Como siempre sucede en estos casos los impulsores de la idea manifiestan que puede ser una nueva manera de incitar a la lectura. No es descabellado pensar que perfeccionen el programa y en un futuro no muy lejano lo comercialicen. De esta manera cualquiera tiene en su mano construir su propia novela. Seria un juego en el que cada cual podría elegir personajes, estilos y géneros a su gusto. Al engendro producido por el ordenador sólo quedaría darle nuestro personal toque. Se abre una puerta para todo lector insatisfecho que continua buscando aquella obra que a el le hubiera gustado escribir y nadie le ha ofrecido. El producto encajaría bien en una cultura que rechaza el esfuerzo por la búsqueda de experiencias superficiales y veloces.

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