La esquina

josé / aguilar

Nuevo clima Rajoy-Rubalcaba

TENEMOS tantas ganas de acabar con el sectarismo y la bronca que nos ponemos contentos en cuanto se vislumbra que los dos grandes partidos pueden entrar en un periodo de entendimiento y pactos. Añoramos la transición por eso, entre otras cosas.

Ahora Rajoy y Rubalcaba han escenificado en el Congreso que ambos buscan un entendimiento para que el Gobierno acuda a la próxima, y decisiva, cumbre europea con una posición común que dé solidez a España en lo que nos interesa: el plan de empleo juvenil y una política de crecimiento que equilibre y desacralice la austeridad. Bien por las dos partes, que también están negociando con amplitud de miras sobre la necesaria Ley de Transparencia.

Son políticas de Estado en las que el patriotismo del interés general debe imponerse sobre el pequeño patriotismo de partido y la dialéctica gobierno-oposición llevada a límites insoportables. Hay que subrayar, por cierto, que el presidente del Gobierno y el líder socialista ya han sido capaces, aunque no se hable mucho, de alcanzar pactos, tal vez no formales, sobre la política antiterrorista y algunos aspectos de la política exterior. Tampoco el conflicto de Cataluña y la forma de afrontarlo separa a PP y PSOE más que en matices.

Pero hace falta rehuir la tentación, nacida del deseo, de creer que estamos a punto de entrar en una etapa de total distensión, cooperación y unidad de criterios entre el Gobierno y la oposición mayoritaria. Algunos asuntos pendientes están signados por la divergencia, y aun el enfrentamiento. Piensen, por ejemplo, en el cambio en la legislación sobre el aborto o en la reforma del sistema educativo. La ideologización con que PSOE y PP afrontan ambas políticas sectoriales -reconozcamos que es imposible desprenderse de la ideología para posicionarse en los dos casos- puede ser un obstáculo insalvable para abrir vías al consenso. Son cuestiones, además, en las que unos y otros temen decepcionar a los sectores más fieles de sus respectivos electorados. En fin, ahí no veo yo facilidades para el acercamiento.

Pero, bueno, quedémonos con lo positivo, que es ese ancho campo en el que el diálogo y el pacto son posibles. Aunque siempre serán más noticiosas las hostilidades en los otros terrenos. Al fin y al cabo, por más que queramos, PP y PSOE son dos partidos distintos, y a veces distantes. El clima de sus relaciones ha mejorado, pero seguirán pugnando por el poder. Claro.

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