El excelso despacho de la Alhambra ha cambiado de dueña. Desde ayer, la que se estira en la silla y pone las piernas encima de la mesa sobre la que se deciden los designios del monumento es Rocío Díaz. Reynaldo se marcha a su puesto del Centro de Documentación Musical, pero se ha ido con los deberes hechos despidiéndose de los trabajadores que le han acompañado en los últimos años y trasladándole a su sucesora en el cargo las tareas de una cartera con mucho peso. Arriba de la colina las cosas se ven de otra forma y esa vehemencia de Rocío Díaz y ese espíritu colaborador con agencias de viajes tendrá que refrendarlo ahora y justificarlo. Las reivindicaciones eran fáciles en la oposición, pero ahora no le queda otra que apoyar a un sector con el que ha dado ruedas de prensa para denunciar las deficiencias del sistema de entradas. Difícilmente los turoperadores y hosteleros le perdonaran que no ponga fin a los tickets nominativos y dé una vuelta al método de reparto. Llega la hora de la verdad para la popular Rocío Díaz, quien debe saber que es más fácil predicar que dar el paso de actuar.

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