Los semáforos de Granada se han pintado de rosa en apoyo en la lucha contra el cáncer. Con este gesto, al que no se le puede poner ninguna pega, se pone punto final (o al menos se mete entre paréntesis) a la problemática que estos dispositivos de señalización han tenido en nuestra ciudad. Leyendo la prensa en días anteriores -a la noticia de los semáforos hay que sumar la de la bandera LGTBI+ gigante-, cualquiera diría que, rozando ya la segunda década del siglo XXI, en Granada molesta que una persona ame a otra, independientemente de su sexo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios