Res Pública

José Antonio Montilla

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Oclocracia, de nuevo

Deja de ser democrático un gobierno que adopta decisiones por la presión de los que gritan al margen de los cauces establecidos

Hace algunos años dediqué este espacio a explicar el riesgo de que la oclocracia suplantara a la democracia en la sociedad actual. Para Aristóteles, la oclocracia es una grave degeneración de la democracia como gobierno del pueblo. En su concepción actual, consiste en atender a los que más gritan, en lugar de seguir los designios marcados por aquellos que han sido elegidos para representarnos. Por la presión de los que gritan, sea en la calle o en las redes sociales, los gobernantes adoptan decisiones al margen de los cauces formalmente establecidos. Con ello, el gobierno deja de ser democrático.

A mi juicio, esta distinción entre democracia y oclocracia es aplicable al paro que mantienen algunos camioneros pese al acuerdo alcanzado por sus representantes con el Gobierno. Ese acuerdo ha sido negociado por el Comité Nacional de Transportes por Carretera, la entidad corporativa privada que representa a todas las asociaciones de transportistas de España. Sus miembros son elegidos por el sector de forma periódica. Por tanto, es el organismo democráticamente legitimado para negociar los problemas del transporte. La asociación de transportistas que pretende mantener el paro, en puridad cierre patronal, no está representada en el mencionado Comité Nacional simplemente porque en el momento electoral apenas contaba con asociados. Sin embargo, pretenden que el Gobierno negocie con ellos. Para ello aducen dos razones. En primer lugar, rechazan a los representantes actuales en cuanto consideran que no defienden de forma adecuada los problemas del sector. En segundo lugar, dicen que son ellos los que han convocado el paro, en definitiva, son ellos los que gritan. Me parece difícil encontrar un ejemplo mejor para explicar lo que significa la oclocracia en oposición a la democracia.

Frente a esta actitud, el comportamiento democrático de la mayoría debe consistir en pedir a estos transportistas que respeten los acuerdos alcanzados por sus legítimos representantes y que, si no les gustan quienes los representan en este momento, se presenten a las próximas elecciones e intenten sustituirlos por la vía democrática.

Con todo, la ministra se ha reunido también con estos transportistas. Me parece importante su aclaración de que la reunión era para explicarles el acuerdo alcanzado y no para entablar una negociación. El diálogo hay que mantenerlo con todo el mundo. Nunca sobra el diálogo para explicar e intentar entender las diferentes posturas en una sociedad cada vez más crispada. Sin embargo, la negociación sólo puede hacerse con los representantes legales. En otro caso, se estaría sustituyendo la democracia por la oclocracia.

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