Oliver, desde 1850 vendiendo frutos secos

El negocio que regenta Rafael Rodríguez Rodelas lleva abierto desde 1850: es la popular tienda de frutos secos Oliver, situada en la céntrica plaza de Trinidad. Detrás de un mostrador a la vieja usanza atiende a los clientes de toda la vida, los nuevos que se acercan paseando y los turistas que se llegan atraídos por la peculiaridad del negocio.

Las estanterías de madera de este local han sido testigos de infinidad de sucesos históricos, unos felices y otros más desagradables. Fue una de las tiendas que atendían a los granadinos que venían con las cartillas de racionamiento en la época de la Guerra Civil y los largos años de posguerra. Y año tras año perteneció a la misma familia. Baldomero Oliver fue el último que dedicó 43 años a dar vida a este negocio.

La madre de Rodríguez Rodelas se hizo cargo del negocio en 1995. Fue un momento crítico porque significaba cambiar una tradición de más de un siglo; pero la gracia y el buen hacer de la señora Rodelas se ganó pronto a sus nuevos clientes. Al año siguiente fue su hijo Rafael el que se hizo cargo, aunque "no hay día" que algún cliente no le recuerde a su madre.

Según Rodríguez, sólo ha tenido que seguir con una tradición que ya funcionaba, por lo que, modestamente, no considera mérito suyo que sea una de las tiendas de esta especialidad más visitada, que sus productos se exporten a Italia o Inglaterra y que aparezcan en muchas guías de viajes. Frutos secos, legumbres de la tierra, vinos de Granada y su Alpujarra, gominolas italianas, caramelos y ahora también fruta, son algunos de los productos que ofrecen. La familia de Rafael era vecina del negocio y de pequeño entraba detrás del mostrador para que el dueño le regalara alguna gominola. Le gustaba mucho esa tienda desde siempre... "Y el destino ha querido que sea yo el que ahora esté aquí".

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