Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Ordeno y mando

Un Gobierno incapaz de mitigar la mortífera Pandemia carece de confianza para dictar el futuro

Vengo denunciando el gusto que el gobierno Sánchez-Iglesias tiene por la dictadura, reflejada en los decretos leyes y en las normas limitadoras de derechos. La crisis del Covid-19, abordada tarde y mal, ha convertido a España en el primer país en muertos, en relación con el número de habitantes, con más de 24.000 oficialmente que no son frías cifras, sino personas con nombre y apellidos, con su vida e historia, con sus familiares y amigos que ni siquiera han podido despedirse de ellos. Tenemos, además, el mayor número de sanitarios infectados -cerca de 40.000-, decenas de ellos fallecidos, con falta de medios de protección, material defectuoso y otras circunstancias que debieran avergonzar a los responsables. Está claro que un Gobierno incapaz de mitigar la mortífera pandemia carece de confianza para dictar el futuro, económico y social, en esa desescalada hacia la 'Nueva normalidad', como revela la encuesta publicada en este periódico. Y, sobre todo, hacerlo en soledad en este ensayo de dictadura referido, con discutibles medidas que los grupos parlamentarios y los sectores afectados han conocido a través de la comparecencia televisiva de don Pedro, cuando en una democracia sería más juicioso que todas esas duras normas que no sólo afecta a la seguridad y libertad de los ciudadanos, sino a su propia subsistencia, fueran consensuadas previamente, matizadas, corregidas y enriquecidas como exige esta situación de emergencia nacional. No puede el Gobierno central convertirse en un mando único de ordeno y mando y pedir a todos -ciudadanos, resto de partidos políticos, grupos sociales, económicos, culturales, etc.- absoluta sumisión a criterios, en no pocos casos improvisados, absurdos o atrabiliarios, a veces rectificados en pocas horas, como ocurrió con la grotesca primera decisión del Consejo de Ministros sobre la salida infantil a las calles. Y que puede ocurrir con las primeras 'normas', o guía procesional, que limitan la libertad de hacer cualquier cosa, según la edad de cada uno y el rígido horario dictado.

La 'Nueva normalidad' no puede consistir, como ha dicho Rufián, en que puede ir a la peluquería, pero no visitar a su madre. Son lógicas las protestas hacia un Gobierno cada vez más dictador que no negocia nada en cuestiones cruciales en la llamada 'desescalada' que los pobres españolitos, como obedientes ovejitas, conoceremos con un 'Documento de instrucciones', anunciado por el doctor Simón, el portavoz sanitario que no tuvo inconveniente en infravalorar los riesgos que suponían las multitudinarias manifestaciones del 8-M, las concentraciones deportivas y políticas, etc. que podían haber evitado multitud de contagios y, por supuesto, muertes. El camino hacia la 'Nueva normalidad' parece demasiado anormal.

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