Tras leerme íntegro el discurso de toma de posesión de Moreno Bonilla del pasado sábado, no dejo de sorprenderme por el giro nacionalista andaluz que ha tomado el presidente de todos los que habitamos este territorio, muchos de los cuales no nos sentimos andaluces.

Hasta en cinco ocasiones hace referencia al orgullo andaluz y andalucista: "nuevo andalucismo orgulloso", "nuevo orgullo andaluz. Un andalucismo renovado", "¿cómo no sentirnos orgullosos?", "la recuperación de este andalucismo orgulloso", "el orgullo de ser andaluces". En fin, un discurso plagado de referencias nacionalistas andaluzas que desgraciadamente me recuerdan a Blas Infante, ese mal llamado padre de la patria andaluza. Inventos ambos, y que, para muchos, ni es nuestro padre, ni es nuestra patria.

Sr. Bonilla, con todos mis respetos, y alegrándome de su victoria, como he expresado en múltiples ocasiones, mi única patria es España y me incomoda que me incluya en una patria con la que no me identifico en absoluto. Y, siendo usted mi presidente, me gustaría que respetase la diversidad mayoritaria sobre la concepción del nacionalismo, porque para la mayoría de los españoles la única nación que reconocemos y sentimos es España, y que no entre en la peligrosa diferenciación nacionalista de Andalucía ni en sus supuestas "señas de identidad", máxime tras la nefasta experiencia que los nacionalismos catalán y vasco han causado y están causando a España.

Yo me siento española y granadina, esos son mis únicos orgullos, y no quiero que me incluyan en ningún otro ente ficticio -y las CCAA lo son-, inventado exclusivamente con fines de adoctrinamiento y sometimiento político, cual es el caso de la Andalucía de Blas Infante, esa que usted recupera, aunque quizás sin intención. Pero, si, como usted mismo dice, su "primera obligación como presidente es escuchar a los andaluces", también está obligado a escuchar a quienes no nos sentimos andaluces ni sentimos Andalucía, pero que sí nos sentimos granadinos, almerienses…

Dice usted que a muchas gentes "les gustaría ser andaluces y vivir como andaluces", no estoy yo tan segura, pero estamos otros muchos a los que no nos gustaría en absoluto, y usted debe considerar también nuestra sensibilidad diversa y diferente, pero no con referencias a Carlos Cano o a su conexión personal con Padul, sino ocupándose y cumpliendo las reivindicaciones de Granada, aplicando políticas de progreso reales para nuestra tierra, aunque su gobierno hasta ahora haya demostrado lo contrario: recentralización, postergación, relegación en inversiones, infraestructuras…

Termina usted: "Andalucía, te quiero. ¡Viva Andalucía!". Termino yo: España y Granada os quiero. ¡Viva España! ¡Viva Granada!.

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