Crónica Personal

Pilar / cernuda

LA PATALETA DE TSIPRAS

NO es la primera vez que ocurre, son multitud los gobernantes que cuando vienen mal dadas echan la culpa a un agente exterior, un país al que convierten en centro de sus dificultades.

Es habitual por ejemplo en regímenes dictatoriales sudamericanos, donde Chaves y Maduro, por ejemplo, o los hermanos Castro, han colocado a Estados Unidos en el centro de sus acusaciones, lo mismo da un intento de golpe de Estado que un boicot económico que, decían los gobernantes, tenía como objetivo provocar una grave inestabilidad interna y un descontento generalizado contra el presidente. Lo que no había ocurrido hasta ahora era que un miembro de la Unión Europea acusara a dos de los países de la UE de echar por tierra su programa económico con fines exclusivamente electoralistas.

Tsipras ha cometido un error monumental al acusar a España y Portugal de maniobrar para que el Consejo Europeo y el Eurogrupo se pusieran firmes ante Grecia. Ni España y Portugal tienen capacidad para capitanear un boicot de esa magnitud, ni en las reuniones de Bruselas Rajoy y Guindos se han expresado con más determinación o fiereza que otros jefes de gobierno o ministros de Economía. Simplemente, han coincidido con el resto de los países de la UE -incluidos Francia e Italia tras cierta tibieza inicial- en que había que buscar una fórmula para que Grecia continuara dentro de la UE y dentro del euro, pero que no se podía aceptar que el nuevo gobierno olvidara las obligaciones contraídas, pagara sus deudas y dejara atrás promesas electoralistas inaceptable. Además debía aprobar las políticas de ajuste que permitirán a Grecia salir del abismo.

El argumento que encontraron Tsipras y Varoufakis en sus reuniones fue siempre el mismo: ni se pueden hacer promesas a costa del dinero de otros países, ni se puede hacer borrón y cuenta nueva cuando conviene. Hay que pagar lo que se debe, aunque se pueden encontrar fórmulas que alivien los plazos de esos pagos. Que es lo que se ha hecho. Es indudable que en España hay un partido, Podemos, al que importa mucho que Tsipras salga bien parado de su gestión de gobierno; cuanto mejor le vaya a Syriza más argumentos tendrá Pablo Iglesias para insistir en sus mensajes económicos que, como ha ocurrido con el programa de su homólogo griego, los expertos califican de demagógico, inviable y que llevará a España a la ruina.

Pero independientemente de que Rajoy no ha defendido en Bruselas nada que no hayan defendido sus colegas de otros gobiernos, quienes se sientan en torno a la mesa del Consejo Europeo están muy atentos a las decisiones que afectan a la UE en su totalidad. Es la razón de que se haya querido meter a Grecia en cintura: cualquier otra decisión, incluido el impago de la deuda, o la expulsión del eurogrupo, sería un problema de imprevisibles consecuencias. Para todos.

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