La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Pablo, de socio a escollo

De nuevo constitucionalista, Pedro Sánchez descubre ahora que Iglesias no es de fiar ni defiende la democracia

Apedro Sánchez le importa su investidura, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, no la legislatura que tendría que venir después y que exige programa y alianzas estables. A Pablo Iglesias le importa meter una cabeza, la suya, en el Consejo de Ministros, única posibilidad de que las bases de Podemos le perdonen su fracaso electoral y político y no lo corran a gorrazos. Imposible cuadrar tan discordantes ambiciones.

El Gobierno de coalición ha muerto antes de nacer y el Gobierno de cooperación agoniza como sucedáneo muy improbable. La mascarada de la consulta tramposa planteada por Pablo a la militancia podemita (nueva versión del referéndum sobre el chalé de Galapagar) ha sido el pretexto perfecto para que Pedro rompiese la negociación proinvestidura y desvelase, con gran cinismo, la verdad escabrosa: casi todo el tiempo de las cuatro o cinco reuniones entre los dos estadistas se dedicó a la entrada de Iglesias en el gobierno de progreso. Progreso de ambos, se entiende.

El diagnóstico que ha dejado Sánchez sobre las dificultades del pacto no puede ser más veraz. ¿Quién puede tener de vicepresidente a un tío que defiende la autodeterminación de Cataluña, no controla a su propia organización y sólo hace política por su interés personal? Ni más veraz ni más oportunista y autodescalificatorio. ¿Acaso el derecho de autodeterminación catalán no lo postula Iglesias desde siempre? ¿No considera y llama presos políticos a Junqueras y demás desde el minuto uno de su encarcelamiento? ¿Es en estos días cuando promueve la caída de la monarquía? Y así sucesivamente. El que era socio preferente para la legislatura, y de hecho lo ha sido en la que siguió a la moción de censura, resulta ahora ser el principal escollo para alumbrarla. Hasta la alternativa de hacer ministros a otros miembros de Podemos, prestigiosos y técnicos, tiene toda la pinta de ser un espejismo engañabobos, porque no cabe imaginar ningún líder podemita que disienta de Pablo en las cuestiones antes citadas.

Última hora: el astuto órdago de Iglesias de dar un paso al lado y aparcar su candidatura en favor de otros dirigentes de Podemos pone a prueba la sinceridad de Pedro Sánchez, que se queda sin argumentos creíbles para no formar el gobierno de coalición, y desluce su siguiente operación: pedir la abstención de PP y Cs para, ante su negativa, culparles de la repetición de las elecciones que ya ha decidido.

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