La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Pactar a derechas

Nadie se escandaliza de que el Sánchez se ayude en los enemigos del Estado para seguir siendo pasajero del Falcon

Con la complicidad bien pagada de algunos medios de comunicación, parte de la estrategia electoral de las izquierdas y sus distintas facciones sanchipablistas, era, y es, aislar al PP en una inventada soledad. Arrinconarlo en el lugar del neofascismo literario y arrimar el solar del centro político hacia una endogámica superioridad moral izquierdista. Trabajar con las medias verdades (las peores mentiras) para hacer de las propuestas peperas, por muy sensatas que éstas fueran, una hipérbole ultra con la que desprestigiar sus intenciones. Hacerlo insípido y antipático ante los electores, construyendo un relato que lo ennegrezca de herencia franquista y ADN antiprogresista. Todo de un antidemocrático que apesta.

El PSOE sanchista tiene el desparpajo de hacer de sus no mayorías un dulce hallazgo, pactando -prometió lo contrario- a izquierdas y ultra izquierdas con lo más granado de lo antiespañol que se sienta en el Congreso de los Diputados, para no perder el trono del BOE. A nadie le provocó alergia alguna que Sánchez pactara lo que hiciera falta con Bildu o con ERC. Ningún sueño se perdió porque la borrachera populista del pabloleninismo llegó al Consejo de Ministros. Ningún sordo afán se desgañita hasta la afonía por ver al PSOE pactar un gobierno autonómico con los amigos de ETA en la Nafarroa más abertzale. Nadie se escandaliza de que el Gobierno español de Sánchez se ayude de los enemigos del Estado para seguir siendo pasajero del Falcon. No hay quien se ofenda porque la mitad ultra del gobierno considere partido de la guerra al PSOE.

A Sánchez le tuerce su plan que hoy sea posible un pacto a la derecha que amenace su puesto. Y salta, como nunca antes lo hizo cuando su política de pactos nos heló la sangre. La democracia está en peligro, dice, el mismo Sánchez que ha sido condenado por el Tribunal Constitucional por abusar del Estado de alarma.

PP y Vox son dos partidos democráticos que aceptan la Constitución española no por imperativo legal sino por verdadero temperamento democrático y espíritu de concordia. Son dos partidos que han recibido el apoyo mayoritario en las urnas de Castilla y León y que tienen todo el derecho a ejercer un programa de gobierno transparente y claro, porque el respaldo popular así lo ha posibilitado. Nada hay más antidemocrático que poner en duda el resultado de unas elecciones limpias, libres y legítimas, por el solo hecho de no compartir las ideas de los llamados a formar gobierno.

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