La Palma

No creo que entre tanto drama personal quedara sitio para anuncios ni promesas

Si una estrella se rompe, si al sumergirte en el mar quiebras una ola, si en el silencio de la nada el miedo se apodera de la vida, si crees que todo acabó ladera abajo, que el telón echa su cierre, que un eterno crucigrama de la vida resolvió y condujo todo hasta donde nunca imaginaste haría…

Orgulloso palmero, del lugar que entre lava y cenizas oculta lo que ayer eran plataneras, del lugar donde acaba la vida, donde sólo discurre desolación y mil y una frustraciones… No. No creo que, entre lágrimas de quienes su vida fundió a negro, era ocasión para hablar de turismo ni riqueza. No. No creo que entre tanto drama personal quedara sitio para anuncios ni promesas. Es difícil ser político en esos momentos, pero hay veces que basta el silencio como respuesta, ofrecer una mano amiga, un hombro donde llorar y compartir con ellos esa noche que todo lo borró. No. No creo que la vida prestara en ese instante ocasión para reconstruir. Ni tan siquiera para saber si su cama volverá a vestirse de limpio…

Quién sabe. En lo lejano de un polideportivo, en el banco donde jamás imaginaste permanecer sentado, rodeado de extraños, cámaras, mensajes, uniformes… quizá sólo hallaras hueco, momento y lugar para despedirte. En la soledad de aquella extraña noche, sólo había ocasión para despedir la foto de tu familia sepultada, el juguete de tu hijo quemado, tantos años de vida perdidos, lo que construiste y te hizo disfrutar. Era eso. Tiempo de despedidas, de decir adiós. Tu drama personal. El de los que, incluso sin conocerte, te quisieron y sufrieron a tu lado. Muchos, cientos, miles… prestar un pañuelo, mirarte y que sintieras que están contigo. Entender tu dolor.

Y esperar a que amanezca. Porque a pesar de noches de negro, sigues, seguirás siendo palmero. Porque el volcán seguirá, y tanta lava y ceniza que destruyó cuanto se ofreció a su paso, al fin vió la mañana, y en la mañana, el volcán descubrió que no pudo contigo. Y el sol volverá a nacer un día tras otro. Y las plataneras darán su fruto. Y la vida recuperará su color. Exigirás, exigiremos, que cumplan lo que un día para quienes visitaron no fue más allá que imagen y palabras de un telediario.

La Palma. La Palma es una isla de origen volcánico. Con una edad geológica estimada en dos millones de años, es una de las más jóvenes del archipiélago. Surgió de un volcán submarino situado a 4000 metros bajo el nivel del mar. El edificio volcánico de la isla posee una altitud de 6500 m desde la plataforma abisal del Atlántico y se encuentran en él todos los tipos de rocas volcánicas. Allí viven felices miles de personas entre imágenes y recuerdos, que hoy, por mucho que el volcán se empeñe en fundir a negro, seguirán viviendo, recordando y siendo felices.

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