Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Parir esclavos

El sistema fomenta que nazcan pocos niños. España no es un país rico. Es un país con dinero

En la primera mitad de 2018 España sufrió la crisis de nacimientos más grave desde 1941, cuando se inauguró el registro oficial. Los periódicos han aprovechado para hablar del invierno demográfico, consultar a expertos y destacar que la glaciación empezó en la segunda mitad de los 70, con el auge de la píldora y el acceso de la mujer al mercado laboral. Cierto, el placer, el sexo, fue el gran engaño con el que la especie, el gen, utilizó cuerpos de hombres y mujeres para reproducirse durante siglos. Los anticonceptivos desactivaron la trampa. Y el acceso al trabajo liberó en gran parte a la mujer y condenó a la pareja. Las familias, que antes vivían con un sueldo, pasaron a necesitar dos (ahora ni con eso basta en algunos casos). Pero las redes asistenciales, las ayudas a la natalidad, los permisos de maternidad y paternidad jamás se equipararon con los de otros países del entorno, especialmente con los del norte de Europa. Y, 30 años después, llegó la crisis con leyes laborales abusivas, sueldos míseros y trabajadores pobres.

Muchos padres maduros están en paro o trabajan diez horas durante seis días a la semana para ganar 900 euros. Una gran mayoría de abuelos mantiene con su pensión a tres generaciones y cuida a los pequeños. Cuando no hay yayos, los críos, los llamados "niños-llave", no disponen de más compañía ni cuidados que los de la tablet o la consola. Los jóvenes ejercen de becarios hasta los 28 años, o casi, y después han de consolidar sus puestos de trabajo si los consiguen (a veces engañosas medias jornadas de ocho o más horas). Para una mujer de 35 concebir un hijo supone un seguro de despido. Y comprar una casa donde cobijarse con él y con un compañero (o compañera, si se tercia) se ha vuelto tarea imposible, especialmente tras la dedicación de todo el país al monocultivo turístico.

¿Por qué nacen pocos niños? Es la pregunta recurrente de los grandes grupos de comunicación que con tanta firmeza defienden el sistema. Ninguno se responde con la verdad en cueros: porque el propio sistema lo fomenta. Porque nadie desea traer esclavos al mundo, porque ninguna madre con dos dedos de instrucción o intuición quiere parir indigentes o desgraciados, porque es imposible conciliar la vida familiar y laboral (aquí un oximorón: si es vida no es laboral). Porque España no es un país rico. Es un país con dinero. ¡Pese al inagotable blablabá que uno lleva oyendo 30 años a empresarios, alcaldes, concejales, consejeros y ministros!

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