En uno de sus enfados por la mala conducta de los diputados, el presidente del Parlamento andaluz ha lamentado esta semana "la imagen patética" de la Cámara que dan sus colegas. A medida que Jesús Aguirre coge confianza aumentan sus admoniciones. Como un viejo maestro descorazonado ante un grupo de adolescentes incorregibles, esgrime fatigoso un ejemplar del Reglamento de la Cámara, a modo de código de buena conducta. Pero él tampoco se esmera en cumplirlo. En el pleno del jueves, hubo bronca en las Cinco Llagas cuando un diputado de Vox llamó golfos a los socialistas, que a su vez le llamaron fascista. Ese diputado intervenía sobre una Proposición No de Ley del PP andaluz contra la reforma del Código Penal que eliminará el delito de sedición.

La propuesta popular, defendida por su secretario general, era en sí misma una burla a la Cámara. Aliado con Vox, el PP convierte al Parlamento en juguete de su ofensiva partidaria contra el Gobierno de la nación y fuerza un debate sobre un asunto en que se tramita en el Congreso. Busca la pelea ex profeso y ante su inutilidad todo el mundo aprovecha para disparar contra el adversario. Estuvo muy bien Aguirre retirando la palabra al provocador de Vox. Pero no ayudó a apagar el incendio el portavoz socialista que le sucedió, Mario Jiménez, más experto en la bravata que el diputado de extrema derecha.

Por el contrario, al presidente le faltó valor para desalojar al coordinador general del PP de los bancos del Gobierno de la Junta, donde se instaló como si tal cosa. Incumplía Elías Bendodo el artículo 56.2 del Reglamento y se tragaba su abuso Aguirre. Manda mucho en su partido Bendodo y es el padrino de no pocos consejeros, pero es impropio que se comporte en el salón de plenos como si estuviese en un casino. Además, de los malos modos y la burla al Reglamento también es responsable el presidente Moreno, aunque respondiese a Inmaculada Nieto que está por la serenidad, tolerancia y respeto en la Cámara. Momentos después se hizo una pregunta a sí mismo por boca de ganso, a través de su portavoz.

Antonio Martín dedicó toda su intervención en la sesión de control al presidente a atacar al Gobierno de la nación, incumpliendo el artículo 162 del Reglamento que establece asuntos de interés general para Andalucía. La serenidad, tolerancia y respeto de Martín se resumen en que Sánchez es como un cuatrero, da hachazos a las autonomías, perpetra leyes irresponsables que ponen en libertad a violadores, lincha a los jueces y quiere eliminar la sedición y la malversación para estar 10 minutos más en La Moncloa. Un poco zafio. ¿Necesitamos un Parlamento regional para hacer competencia al Congreso y al Senado? Que estas cosas las hiciera antes el PSOE deja más en evidencia al PP: el único cambio en el poder ha sido de siglas.

Si Jesús Aguirre quiere un Parlamento menos patético y hacer valer el Reglamento tiene trabajo, empezando por sus jefes.

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