Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Partido, partido

Lo paradójico es que tenemos a Moreno Bonilla de presidente con un PP que ha tenido que dividirse para vencer

Hace ya unos cuantos años mantuvimos algunos periodistas un encuentro en Málaga con el entonces candidato popular a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, quien nos citó de manera informal para recabar opiniones, perspectivas y puntos de vista sobre las singularidades del ejercicio de la política en Andalucía. En aquella cita cordial alguien puso sobre la mesa la responsabilidad que tenía Moreno Bonilla para terminar lo que no había podido rematar Javier Arenas: la constitución de un PP andaluz real, autónomo, con capacidad de decisión y que, más allá de las estructuras, se dedicara a hacer política en Andalucía sin más injerencias desde Madrid que las justas y necesarias. Por una parte, el PP necesitaba a los votantes andaluces no ya sólo por la aritmética electoral en clave nacional, sino por la oportunidad que entrañaba la región para el desarrollo de un proyecto político de centro derecha suficientemente novedoso y distinto; y, por otra, a Andalucía le convenía contar con un PP verdaderamente andaluz, no franquiciado, sino insertado desde la raíz en todas las costuras autonómicas, aunque fuese por garantizarse un cierto pluralismo político y por cambiar la percepción, bien aprovechada por el PSOE, de que todo lo que tuviera que ver con el PP venía de fuera.

Recuerdo que Moreno Bonilla escuchó con interés estos comentarios. Lo paradójico es que ahora lo tenemos como presidente de la Junta de Andalucía con un PP andaluz decididamente fragmentado, descompuesto e intervenido donde quiera que se mire. Un PP que ha perdido votantes a diestro y a siniestro, y que ha tenido que hacer mímesis de la Trinidad teológica para que cuadraran las cuentas, sólo que junto al Padre no reinan ni el Hijo ni el Espíritu Santo, sino los mismos que sacaron antes las castañas del fuego a Susana Díaz y esa gente tan particularmente empeñada en que los cineastas le hagan una película a Blas de Lezo. Este PP que debía unificar y consolidar Moreno Bonilla ha tenido que dividirse para vencer; y, por si quedaban dudas respecto a la injerencia, lo hemos visto firmando los acuerdos de gobernabilidad para Andalucía en Madrid. No pasa nada, ya el Rey Juan Carlos firmó el Estatuto de Autonomía en Baqueira Beret. En el fondo, Moreno Bonilla no necesitaba crear el PP andaluz porque la derecha suele salir bien parada de escisiones e injerencias. Le bastaba con mostrarse capaz y simpático. El resto va solo.

Pero lo difícil ahora será crear estructura de gobierno donde no hay estructura de partido. ¡Ah!, haber escogido muerte.

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