el termómetro

Enrique Novi

Partido populista

EL tufo que desprende el lamentable asunto de la desgracia en el Madrid Arena crece cada día que pasa y deja al descubierto las vergüenzas del partido gobernante en el Ayuntamiento de la capital. Con cada alfombra que levanta la investigación se descubren nuevas podredumbres bajo el manto de las amistades peligrosas que mientras el dinero fluía de un lado a otro cultivaban sonrientes y en franco compadreo el empresario de la noche y algunos miembros de la Corporación. Y como pasa en las películas de atracadores cuando el plan se tuerce, conforme aumentan las irregularidades, cada uno olvida compromisos y adhesiones en un indisimulado intento por salvar el culo, sean los que sean los muertos que haya que dejar en el camino. La alcaldesa Botella, que ayer mismo afirmaba no encontrar motivos para dejar el cargo -debe ser que no ha buscado con ahínco suficiente- declara que no ha dejado de pensar en la tragedia ni un solo minuto desde que ocurrió a pesar de que al día siguiente se marchó a un hotel de lujo en Lisboa. Debe ser reconfortante para las familias de las víctimas imaginarla preocupada mientras se baña en un spa. Desde el principio no ha habido día en que no aparezcan informaciones que iban contradiciendo lo que tan airadamente anunció en su primera comparecencia, cuando con tono autoritario declaró que nunca más se iba a celebrar una macrofiesta en ningún espacio propiedad del Ayuntamiento de Madrid, "mientras yo sea alcaldesa", apostilló. Rimbombante y concluyente, de efecto inequívoco para esos votantes a los que lo que más les pone es la mano dura. Pero difícil de encajar con las leyes y con lo que debe ser una gestión coherente en la que cada parte asuma su responsabilidad. De momento ya están pagando las consecuencias los promotores madrileños, que ven como se endurecen las medidas para celebrar eventos, incluso en salas de pequeño aforo en las que durante años se han celebrado conciertos sin incidencias, y en muchas de las que asumir los gastos que va a suponer presentar documentación que acredite que se cumplen las medidas de seguridad que dictamina la ley van a conllevar la inviabilidad de los eventos. Mientras, se descubre que a pesar de las contundentes afirmaciones, era el propio Ayuntamiento el primer incumplidor de las medidas de seguridad, y que la empresa organizadora aparecía promocionada convenientemente por este. Nada nuevo bajo el sol. Los dirigentes populares tienen una peligrosa querencia por las medidas populistas. Por un lado advierten del peligro de que el malestar de la sociedad encumbre aventuras políticas de corte populista; por el otro tratan de neutralizarlas aplicando ellos mismos medidas y haciendo declaraciones que no pueden calificarse de otra manera. ¿O no era eso lo que hizo Cospedal cuando quitó el sueldo a los diputados regionales de la comunidad que preside? ¿O las reformas en el Código Penal de Gallardón, con su cadena perpetua revisable, o el endurecimiento de las penas por delitos de rabiosa actualidad, inducidos por los titulares de la prensa más que por lo que debería ser un análisis ponderado de profesionales? Si se quitaran la careta y decidieran llamar a cada cosa por su nombre, deberían empezar por ponerle un sufijo al del partido.

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