La desescalada en cuatro fases de la pasada primavera supuso un periplo -ora angustioso, ora esperanzador- a lo largo de prácticamente dos meses en los que, poco a poco, paso a paso, se abrieron progresivamente las terrazas de los locales de hostelería, los comercios con limitaciones de aforo, los espacios para la práctica deportiva, museos y cines... Aquella experiencia, no tan lejana en el tiempo, debe prevenir sobre lo que posiblemente ocurra las próximas semanas en Granada. Posiblemente todo vaya despacio, muy despacio, y recuperar la que ya es vieja nueva normalidad sea cuestión de superar pequeños hitos. En la memoria están los puentes de octubre y noviembre, que hacen pesar que casi es mejor ir con pies de plomo de cara al próximo festivo, el puente que está a la vuelta de la esquina en diciembre. Enero, mes de resaca navideña, no puede ser un nuevo trecho ascendente en la gráfica que desde marzo marca la vida de los granadinos.

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