Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Pedrín se va a la guerra

Hay un compromiso con la OTAN, pero Sánchez intenta no ser un cero a la izquierda

A nuestro presidente habría que cantarle la vieja canción infantil Mambrú se fue a la guerra -sustituyendo el nombre del protagonista por el cariñoso diminutivo que utilizaría cualquier niño de la época-, ahora que suenan tambores bélicos en Europa, aporreados por Moscú y Washington. Ante la crisis de Ucrania el nombre de la capital, Kiev, se repite, mientras los pacifistas nos consolamos tocando al piano la página que cierra la obra de Mussorgsky, Cuadros de una exposición, La gran puerta de Kiev, proyecto de Hartmann no realizado en homenaje al zar Alejandro II, o escuchando la genial versión orquestal de Ravel.

Los que comentamos el cambio del PSOE, desde no entrar en la OTAN hasta meterse de cabeza en la organización militar atlántica -contrapeso de las fuerzas del Pacto de Varsovia- y los que dedicamos columnas contra la guerra de Irak´ -recogidas, entre otros temas, en el libro La matanza de los inocentes publicado por la desaparecida Asociación de la Prensa- no tenemos que presentar el pasaporte antibelicista. Sin embargo no es ocioso mencionar el afán protagonista de nuestros presidentes, como le pasó a Aznar con su ridícula foto de las Azores, junto a Bush y Blair para subrayar el peso que tenía en aquella absurda guerra, basada en mentiras. En estos días, en la crisis de Ucrania hay un compromiso con la OTAN, pero Sánchez intenta no ser un cero a la izquierda en este pugilato que dirimen Putin y Biden. Por eso se ha apresurado a enviar una fragata al Mar Negro y aviones cerca del lugar en conflicto para no pasar inadvertido.

Aunque sería la más afectada en una improbable guerra, Europa no tiene el peso que debería, sin limitarse a secundar a los EE UU en el manejo diplomático de la crisis. Sólo Macron ofrecerá a Putin un punto de encuentro. Porque si bien es cierto que sería inadmisible una invasión rusa de Ucrania, también es lógico que los rusos no puedan aceptar la colocación de misiles -occidentales los llaman ellos- a 500 kilómetros de Moscú, en caso de entrada de Ucrania en la OTAN. Porque no se trata de ver el peso de armas convencionales que tienen unos y otros, sino que no se puede olvidar que Rusia -como EEUU- son potencias nucleares.

Claro que la mayoría de los ciudadanos estaremos en contra de cualquier guerra. Y lo mismo que criticamos a Aznar lo haremos con Sánchez, Putin, Biden y el resto de mandatarios que, con mayor o menor peso, tienen en sus manos buscar salidas dignas por medio del dialogo y la diplomacia. No se preocupe Sánchez si no lo llaman los belicosos. Es mejor ser un cero a la izquierda y escuchar los gritos cercanos del 'No a la guerra' que recordar la vieja canción infantil de "Mambrú -Pedrín en este caso- se fue a la guerra, ¡que dolor que dolor, que pena…!".

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