Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

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Pedro I el Breve

Sánchez no podía mantenerse en el poder con socios que le exigían aliarse con ellos contra las leyes

Pedro Sánchez ha anunciado el 28 de abril para celebrar las adelantadas elecciones generales, resultado del rechazo de sus presupuestos, no sólo por la oposición de 'las derechas', sino por sus socios independentistas a los que debe su breve paso por la Moncloa. Las ambiciones de don Pedro tenían que durar poco -aunque lógicamente esté dispuesto a volver- porque sus insaciables socios del rancio secesionismo catalán, sobre todo, les iban a exigir aliarse con ellos contra las leyes del reino, emanadas de la Constitución vigente, por la que están siendo juzgados, en prisión o huidos de la justicias. Ha intentado contentarlos con infinidad de gestos, bajo la enigmática idea de 'diálogo'-acercamiento de presos, posibilidad de indultos, rebaja por la abogacía del Estado de los delitos de rebelión por los de sedición, aceptación de algunas de los nauseabundas 21 exigencias que le presentó el presidente Torra y que ya tenía en marcha con la polémica figura del 'relator' -mediador internacional pedía el racista Torra- que tan torpemente presentó la vicepresidenta Carmen Calvo y provocó una tormenta en el seno del PSOE.

La línea ilegal que no podía traspasar Sánchez era abrir una puerta para la autodeterminación de Cataluña y la fractura territorial del Estado, con algo que él mismo había preconizado cuando avalaba la esperpéntica teoría de que España es una nación de naciones, además de cuestionar la monarquía parlamentaria. Los que así lo han hecho están siendo juzgados, no por sus ideas, como han dicho los fiscales, sino por sus acciones punibles, aunque los abogados hayan convertido su defensa en ridículos libelos contra las instituciones judiciales españolas y Junqueras, negándose a responder a la fiscalía y sólo a su abogado, en un vacío mitin político, alejado de los hechos de los que él y sus compañeros están acusados. Lo mismo que hace el cobarde Puigdemont -cabeza del atentado contra la democracia, como ha dicho un fiscal-, que vive ricamente en Waterloo, mientras sus compañeros están en un banquillo de acusados y 'disfrutando' de menús carcelarios. Lo mejor que le ha podido pasar al PSOE es que Sánchez se haya visto obligado a distanciarse de sus socios indeseables. Un partido fundamental en la democracia española no podía sustituir la palabra socialista -antinomio de nacionalismos racistas y excluyentes- de sus históricas siglas por la de 'sanchista'. Esperemos que las próximas luchas electorales giren en torno de ideas, proyectos creíbles y no de insultos. Y que el PSOE de Sánchez -los presupuestos rechazados tenían elogiables avances sociales- no se limite sólo a pasear la momia del dictador Franco, de tan nefasto y sangriento recuerdo, que, por fortuna, no condiciona los problemas de la España del siglo XXI.

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