La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Pedro Sánchez contra Espadas

El candidato Juan Espadas va a sufrir en buena medida las consecuencias del hartazgo de los andaluces con Sánchez

El domingo 19 de junio se visualizará como nunca antes en las urnas el desgaste que sufre el PSOE desde que lo lidera con mano de hierro Pedro Sánchez. Ha habido otras derrotas en elecciones autonómicas, como en Galicia, Madrid y Castilla y León, pero las tres son -digamos- territorios enemigos, sociedades conservadoras y casi siempre han estado gobernadas por el PP.

La andaluza dolerá más, sin duda. Porque va a producirse en la comunidad autónoma más poblada de España (más del 18% de los españoles vive aquí), porque ha sido el mayor granero electoral de los socialistas desde la Transición y porque es la última gran confrontación antes de las municipales y generales de 2023. También es el primer test de un Partido Popular liberado del zascandil Casado.

Cierto que los andaluces votarán pensando a quién otorgarán su confianza para dirigir la Junta los próximos cuatro años -y a un centenar de desconocidos que les acompañan, sin mucha influencia en la voluntad ciudadana-, pero sabiendo que detrás de Juan Espadas está aquel Pedro Sánchez que lo designó para culminar su venganza contra Susana Díaz y cuya continuidad o relevo dependerá mucho de lo que las urnas andaluzas dictaminen dentro de un mes escaso.

Creo que son muchos los que van a castigar a Pedro Sánchez por persona interpuesta, y que esta persona es Juan Espadas. Y lo castigarán para mostrar su hartazgo ante un Gobierno que comenzó con una mentira y ha continuado con tropelías diversas que llegan hasta nuestros días y que sepultan por su propio peso las cosas que el Gobierno sí ha hecho bien.

Ahí incluyo el indulto a los independentistas, su actitud genuflexa ante ellos, los pactos con Bildu, el mantenimiento de ministros que rechazan abiertamente sus políticas sobre la paz, la OTAN o el Sahara, las concesiones que afectan a la seguridad del Estado... Cuando se descubre que el CNI ha espiado, con permiso del Supremo, a secesionistas por su probable vinculación con la violencia contra la unidad de España, dice que lo desconoce y ofrece la cabeza de la funcionaria que lo dirigía con el pretexto de que a él también lo han espiado.

Es tan superficial que cree que estas cosas se olvidan y que basta imponer un nuevo debate cada día para cerrar las heridas causadas. Una buena capa todo lo tapa y un buen relato todo lo relativiza. Pero la gente no olvida. Lo va a sufrir Juan Espadas el 19-J. Y a Espadas le echará Sánchez la culpa.

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