La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Pedro anuncia elecciones

El cortejo al independentismo no le funciona a Sánchez: Torra sólo acepta la libertad de los presos y el referéndum

Ni la ininterrumpida cadena de rectificaciones, ni la fragilidad del crecimiento económico, ni la improbabilidad de contar con unos presupuestos para 2019 ni la sucesión de caídas ministeriales (las materializadas y las evitadas por respiración artificial en la Unidad de Quemados). Nada de esto arredra a Pedro Sánchez en su terco propósito de prolongar la estancia en la Moncloa.

Lo ha confesado en Nueva York: lo único que le haría no agotar la legislatura y convocar elecciones anticipadas sería que los independentistas catalanes priorizaran el conflicto y dejaran de apoyarle en el Congreso, agrietando su mayoría, no ya precaria sino paupérrima. Acabáramos: si la condición para tener que disolver las cámaras es que el secesionismo no pacte ni negocie, puede ir disolviéndolas. Ya está tardando.

Lo han explicado por activa, por pasiva y por perifrástica, tanto los de la variedad ERC como los de PDCat, por no hablar de las levantiscas CUP. La única solución al conflicto que aceptan es la que Sánchez no está en condiciones de ofrecerles de ninguna manera: la puesta en libertad de los políticos presos y la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Ni siquiera la oferta de una futura reforma de la Constitución, que además es imposible en el actual panorama político nacional, apaciguaría a los golpistas de hace un año.

Con estos planteamientos de fondo se antoja ya patético el cortejo de Pedro Sánchez y sus ministros al monaguillo Quim Torra, deliberadamente intensificado esta semana. Borrell, Cunillera, Batet, Calvo e Iceta se han sucedido en la salmodia de seducción del independentismo pidiendo su liberación ahora e incluso el indulto una vez que sean juzgados, cuando lo único que cabe escucharle a un gobernante democrático en casos así es que las acusaciones en el Estado de Derecho corresponden decidirlas exclusivamente a los fiscales, las prisiones preventivas a los jueces instructores y las sentencias, absolutorias o condenatorias, a los magistrados.

Claro que es su jefe quien les marca el camino. Se ha ido a Canadá para declarar que en Cataluña lo que falta es empatía, que Quebec es la prueba de que desde la política se encuentran soluciones a una crisis secesionista (¡y yo que creía que la primera premisa de la política democrática consiste en cumplir las leyes!) y que en Cataluña ha habido dos referéndums (¿acaso está legitimando los simulacros de consultas de Mas y Puigdemont?).

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