¡Oh, Fabio!

Luis / Sánchez-Moliní

Pemán

EL problema no es que una concejal de IU llame "asesino" a Pemán. ¿Quién no lo fue de hecho, palabra u omisión en aquellos años terribles? El propio Alberti, santón dilecto de la progresía, también podría unirse a esa lista interminable de poetas y escritores homicidas que proliferó en Europa durante la primera mitad del siglo XX. El problema es que las declaraciones de Ana Fernández de Cosa es una prueba más de ese espíritu de checa que está proliferando en la izquierda menos civilizada.

A Pemán se le pueden reprochar muchas cosas de su pasado político. También el haber perpetrado una poesía y un teatro insufribles. Pero, sin embargo, hay que agradecerle otras tantas, como el haber sido uno de los mejores articulistas del periodismo español o el haber recorrido una trayectoria personal que supo evolucionar de la agresividad ultramontana hacia un monarquismo liberal y un catolicismo tranquilo. Como otros tantos falangistas, requetés, alfonsinos, comunistas, anarquistas o socialistas, Pemán supo despojarse de sus aristas más duras para avanzar hacia algo que parecen haber olvidado muchos de los políticos jóvenes: la reconciliación entre los españoles.

En general, el papel de los intelectuales europeos durante el siglo XX estuvo plagado de zonas oscuras. Pocos, muy pocos, fueron los que no cayeron en la tentación de alistarse bajo una de las banderas que ofrecía el totalitarismo. Don Antonio Machado, el gran referente moral de las letras hispanas, llegó a escribir poemas de amor a la Unión Soviética mientras allí se exterminaban en masa a miles de personas. Hoy, su lectura resulta sonrojante. Sin embargo, ¿alguien juzga al inmenso autor de Campos de Castilla por esos torpes versos? Hacerlo sería una canallada y una injusticia histórica. Pemán, evidentemente, no tuvo la talla literaria de Machado, pero guardamos como oro en paño un volumen de elegantes cubiertas de tafilete verde que recoge su obra periodística completa. Gracias a este libro descubrimos una Andalucía honda y digna, popular y culta, chisposa y profunda; nada que ver con esa parodia costumbrista que algunos se empeñan en retratar en medios de comunicación pagados con dinero público. Y todo este mundo lo retrató Pemán con una pluma sumamente gentil, con elegancia antigua y suave ironía que está muy lejos del trazo grueso con el que ha hablado la concejal Fernández de Cosa, heroína del pueblo que 80 años después se pone valentona y señala con el dedo al viejo Pemán para llamarlo asesino. Hay algo profundamente desagradable en la actitud de la concejal de IU: el hedor de un tribunal sans-culotte.

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