Perderse del mapa

Difícilmente se entendería que en Granada, con mayoría de votos de derechas, Cs propiciase un gobierno municipal socialista

Una vez hechos los recuentos de los votos, aún calientes, se da comienzo a la fase de los cuentos. Porque en materia electoral -casi cansados estamos de escucharlo- las urnas son las que hablan y después, en escondidos despachos, sin apoderados ni interventores que controlen, da comienzo la fase de los cuentos de Calleja.

Aunque la ley no lo diga, porque sus redactores prefirieron no escribirlo -y los que han venido después tampoco les ha convenido perfilarlo ni definirlo- el trato y a veces hasta el chamarileo, se produce como intercambio de cromos de forma y manera que, aunque perfectamente legal, se puede llegar -y muchísimas veces se llega- a retorcer en las fraguas ocultas la que, pomposamente, se denomina voluntad popular, permitiéndose, así, que los sillones de los distintos gobiernos sean ocupados por aquellos que no han sido elegidos ni están apoyados por las mayorías.

Durante casi cuarenta años -y no me refiero a los del general Franco, sino a los últimos inmediatos- la proliferación de partidos de izquierda, que se han llegado a multiplicar, casi bíblicamente, como si fuesen panes y peces, permitía la frecuente formación de coaliciones post electorales de partidos u opciones parientes en ámbitos políticos, dando como práctico resultado una suma de escaños que claramente solía sobrepasar a los de la derecha, alcanzando así muchos gobiernos de las distintas administraciones.

Conforme el tiempo ha pasado, además de la derecha de siempre, han surgido otros partidos, alguno ha sido denominado de extrema derecha y otros aparentemente escorados hacia el centro. De estos dos, el de la extrema derecha, minoritario en las urnas la gran mayoría de las veces, por razón de cierta afinidad ideológica, se han solido coaligar con la derecha a secas, ayudando así a alcanzar diferentes gobiernos. Los de ciudadanos de centro, por el contrario, sin obedecer a ideología definida, han actuado salvo rara excepción -el de la Comunidad Autónoma de Andalucía- como la veleta del gallo del cortijo de La Poyata, que tan famoso hiciera mi compañero Antonio Cambril, en sus antiguas y brillantes columnas de prensa, antes de estrenarse -estrellarse- en política perdiendo elecciones.

Estoy seguro de que parte de los que han votado a Ciudadanos, piensan que se trata de derecha moderada, atemperada, que llegó a prometer, antes de las elecciones, no pactar con el PSOE. Difícilmente se entendería que en Granada, con una suma mayoritaria de votos de la derecha, Ciudadanos propiciase, otra vez, un gobierno municipal socialista. Podrían perderse del mapa. ¿O no?

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