La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Periodismo y público carroñero

Siempre habrá quien quiera ver tragedias reales retransmitidas en directo. Y quienes se las sirvan.

Desde el periodista británico James Rhodes ("la cobertura del pequeño Julen se está volviendo tan morbosa... Duelo familiar, lágrimas y voyeurismo. Ojalá solo informaran de los hechos y nada más, con un poco de respeto") y el actor José Corbacho ("lo del niño Julen es una tragedia. Pero lo del circo mediático montado alrededor es una vergüenza") al Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía ("tenemos que lamentar la deriva que algunas empresas mediáticas han tomado a lo largo de estos trece días, y que ha llevado a mostrar imágenes y relatos innecesarios que nada han aportado a la información más allá de generar morbo"), el tratamiento de la tragedia de Julen, en contraste con el valiente altruismo de sus rescatadores, ha sido la enésima (pero no última) explotación impúdica y vergonzosa de una tragedia.

Algo imparable porque se basa en la lógica de los medios (también públicos) y en la condición humana. Siempre habrá quien quiera ver desgracias ajenas y tragedias reales retransmitidas en directo. Y siempre habrá quienes se las sirvan. Si hay demanda habrá oferta. De nada sirven las críticas. De nada sirvieron tras la terrible noche de Alcácer. De nada sirvieron tras la desaparición de Gabriel y la tremenda revelación de quien fue su asesina. De nada sirvieron tras el asesinato de Marta del Castillo y la dramática búsqueda de su cuerpo, pese a que en aquel caso un internauta logró crear en las redes un movimiento que se cargó el programa La noria desvelando que había pagado entre 9.000 y 10.000 euros por una entrevista a la madre de uno de los implicados. La estrategia fue golpear donde duele: haciendo que se retirasen los anunciantes, lo que obligó a rectificar a la cadena. El dinero es la clave. En televisión dinero es publicidad y publicidad es audiencia.

El poder, por ello, está en manos de los espectadores. No se culpe sólo a los medios porque si los ciudadanos cambiaran de canal cuando las cámaras se convierten en carroñeras cesaría inmediatamente este tratamiento espectacular y melodramático de una tragedia real. Aunque nadie lo admita y resulte más fácil y exculpatorio acusar solo a los medios. Repartidas están las culpas. Ayer el titular referido a las audiencias del viernes era: "Telecinco se dispara en la mañana (23,5%), tarde (20,3%) y prime time (21,5%) con el seguimiento del rescate". Así de cierto. Así de triste. Así de irremediable.

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