Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Permisividad intolerable

Más enrollao que multar es permitir la degradación al límite de la ciudad. Intolerable

Granada ha llegado a un punto de dejadez que incomoda ya bastante a los propios granadinos, que estamos hartos del lamentable estado de nuestras calles y edificios.

Y no me refiero a que junto a edificios de 3 plantas del siglo XIX se alcen, por obra y gracia de inconcebibles licencias y de pelotazos urbanísticos, ladrillazos de 7 plantas, de eso hablaremos en otra ocasión. Me refiero a algo que tiene solución inmediata y que tiene que ver con devolver a la ciudad el ornato público que se merece y que nos merecemos los granadinos.

Grafitis superpuestos, pintadas, carteles y anuncios en vallas, muros, fachadas o cristales, millones de pegatinas de cerrajeros en portales, tuberías o cajones de electricidad. Parques con bancos rotos o sin tablones, fuentes y pavimentos a los que faltan losetas, entornos de contenedores atestados de colchones, ropa o muebles rotos… en fin, podría seguir y no acabar.

La imagen de la ciudad es pésima, no es de extrañar que en el último ranking de limpieza de la OCU, Granada esté en la parte baja de la tabla, no muy lejos de las peor puntuadas, habiendo perdido 2 puntos respecto al estudio anterior.

Llama la atención que en 2014 el Consistorio quisiera ser el más guay haciendo un censo de grafiteros y muros autorizados, obviando que la mayoría no queremos grafitis, ni tampoco 7.530 m2 disponibles para grafiti libre. Porque los ciudadanos estamos hartos de las pintadas permitidas y no permitidas que inundan Granada. Véanse la Catedral, Santa Paula, el Cuarto Real, la casa de Afán de Rivera, Carrera del Darro, San Jerónimo, facultades, colegios -Santo Domingo se lleva la palma-, y muchos más edificios históricos y no históricos. Y que no argumenten los defensores del grafiti que es arte, porque siendo esto discutible, mejor que pinten en lienzos y así nos respetan a todos.

Granada está plagada de pintadas vandálicas y actos vandálicos a pesar de que las sanciones van de 300 a 3000 euros. Y en defecto de grafitero, pegatinero, cartelero, etc. cazado, deben responder los propietarios, obligados por la Ordenanza municipal de limpieza y ornato públicos a mantener sus inmuebles en las debidas condiciones de limpieza y ornato públicos. Pero la permisividad municipal con aquéllos y también con los destructores de mobiliario urbano es lo que mola. A los distintos gobiernos municipales nada les importa esta penosa realidad que padecemos. Y es que más enrollao que multar es permitir la degradación al límite de la ciudad. Intolerable.

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