La ciudad tiene sus recovecos tenebrosos. Ese punto de ilusionismo y de expresionismo en el que las sombras toman vida y una estampa a plena luz del día de una persona joven andando con una mochila puede parecer mucho más sombría de lo que parece si se aplican determinados filtros. Es Granada, una ciudad bella y singular como ninguna, con mucho encanto pero en la que hay que andarse mucho con ojo porque a veces hasta las sombras nos persiguen. Sí, como en la caverna de un tal Platón.

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