Plaquitas reivindicativas

A las nuevas generaciones intento infundirles el derecho a vivir su tiempo y que no se dejen influir por cagamandurrias

Antes, para demostrar cierto pedigrí de antifranquista no tenías más que decir que habías corrido delante de los grises. Ya saben, aquellos policías que iban vestidos de gris y que disolvían manifestaciones a golpe de porra y de carreras a lo loco. Así se avalaba que habías sido de izquierdas, más que nada por si había un cargo al que acceder o alguna prebenda a la que acogerse en aquellos años en los que el PSOE arrasaba en las urnas. Empezaron a salir como hongos los que decían que había estado en manifestaciones contra la dictadura, en asambleas de trabajadores o en concentraciones para pedir la libertad de algún encarcelado. Se llevaba eso, aunque el demandante hubiera sido alguien que ni siquiera se había movido del brasero una sola vez para correr delante de los policías de la porra. Yo creo que en esa cantera de nostálgicos que nunca hicieron nada por construir la democracia en los tiempos en que no había libertad, salen estos guerracivilistas cautivos de su pasado y sus rencores que reclaman algo que no está entre los asuntos más urgentes que resolver en esta sociedad pandémica. Como decía Gistau, qué pereza y que coñazo lo del abuelo muerto durante la Guerra.

El otro día pusieron una placa en la Sierra de Moclín que recuerda a los maquis de estuvieron andurreando por allí durante la postguerra. No estoy en contra de que se recuerde a alguien, lo que me preocupa es que quien promueva este tipo de acciones sea alguno que nunca movió un dedo por la democracia cuando hacía falta o que sea un indocto que ni siquiera sepa quienes fueron los maquis. Hay todavía gente empeñada en no olvidar la Guerra Civil y se comportan como aquella cuadrilla de japoneses que siguió pegando tiros contra enemigos imaginarios hasta se encontraron con una octavillas que les informaba que la guerra hacía 30 años que había terminado. Cuando hablo de otra época a las nuevas generaciones intento infundirles el derecho a vivir su tiempo y que no se dejen influir por cagamandurrias que solo miran el pasado que les conviene y que creen que la libertad se la han inventado ellos. Además, habría que ir pasando de la costumbre de las plaquitas reivindicativas, que solo sirven para que otros las destrocen. Yo la única que dejaría fue aquella que puso como reclamo publicitario un comerciante de anticonceptivos en una tumba: "Aquí no yace nadie. Su padre usó condones Nims". Pues eso, más condones y menos guerras.

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