La Rayuela

Lola Quero

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Pobre Mariana, pobre futuro

Las desdichas de la heroína liberal son las calamidades de un pueblo que no tiene tiempo para polémicas estériles: el futuro es ahora

Charles Powell, esta mañana en el Crucero del Hospital Real.

Charles Powell, esta mañana en el Crucero del Hospital Real. / R. G.

Mariana Pineda fue hija ilegítima y pasó una infancia de mano en mano con tutores que le robaban la herencia. Era casi una niña cuando se casó con un señor mucho mayor y en secreto. Quedó viuda con dos hijos a los 18 años y fue ejecutada con el garrote vil después de un proceso penal llevado por un alcalde del crimen al que se le sospechaba cierto despecho amoroso contra la granadina. El decomiso en su casa de una bandera que podría haber llegado a ser liberal si estuviera acabada (también se dice que en realidad era de masones) fue su pecado original.

Su último tramo de vida, persecución y muerte se enclavan en la llamada década ominosa -abominable o despreciable, según la RAE-, un tiempo de 1823 a 1833 en que España regresó al Antiguo Régimen con aquel rey felón, Fernando VII, que unos años antes, mientras las tropas francesas invadían su país, había disfrutado de un retiro de oro en Valençay, con clases de baile y paseos a caballo. Para más desdicha de la pobre Mariana, su muerte la convirtió en leyenda y heroína de la causa liberal, así que podrán imaginar qué pocos momentos de gloria ha tenido durante los dos últimos siglos en esta España nuestra. Y además periodos discontinuos y pendulares. Ora te ponemos en los altares de la gloria, ora te bajamos a los infiernos de las mujeres perdidas que para colmo no tienen nada peor que hacer que tener inclinaciones políticas.

Y cuando ya parece que en este país las palabras libertad y ley no son una amenaza para cualquiera de las fuerzas políticas actuales (que sepamos), en pleno 2021 la desdichada Mariana es sometida al que puede ser el proceso más duro de su memoria. Es enfrentada nada menos que a la Virgen de las Angustias, la inmaculada patrona de la ciudad. Pocas imágenes son más veneradas y son objeto de tanta devoción popular que la que vive en la Carrera.

Los políticos granadinos han arrancado el curso político con un debate de esta altura: qué día ha de ser festivo en la ciudad, el de Mariana Pineda o el de la ofrenda floral a la Virgen. Las desdichas de Mariana Pineda en vida, durante aquellos años en los que España retrocedía del primer impulso liberal de 1812 -un ejemplo que sí cuajó en otros puntos de Europa-; el descrédito de su memoria en todos esos largos periodos de parálisis, caciquismo, catolicismo a ultranza, doctrinarismo y dictaduras; y el actual sobeteo de su nombre en tan estéril polémica granaína, son en realidad las calamidades de un pueblo y de una ciudad que ahora no tiene tiempo que perder en debates sobre qué día es mejor para no tener que madrugar.

Esta semana ha pasado por Granada Charles Powell, director del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, invitado por el Consejo Social de la Universidad. Su global repaso de la política mundial, a través de los cinco continentes, con perspectivas sobre los movimientos estratégicos a gran escala, no impidió a los asistentes a la conferencia captar un mensaje que es tan universal como local: Nos la jugamos ahora, en función de cómo seamos capaces de salir de la pandemia. Vivimos un momento histórico de esos que se miran desde el futuro porque fueron un punto de inflexión para el cambio o una oportunidad perdida para siempre. "Seremos el ejemplo a seguir o a evitar", decía Powell el miércoles, mientras recorría con la mirada las caras de todos los representantes institucionales y sociales de Granada reunidos allí. Universidad, organismos públicos, gobiernos, fuerzas armadas, colegios profesionales, medios de comunicación... Todos estamos concernidos por sus palabras.

El historiador llamó la atención sobre la "preocupante falta de consenso" y la "polarización política" de la vida española, que lastran las perspectivas de que España sea capaz de aprovechar el viento a favor de los fondos europeos para conseguir un cambio tan radical como el que necesita y dejar así de "golpear por debajo de su peso económico". La misma radiografía valdría para Granada.

La reunión del pasado lunes entre el alcalde socialista Francisco Cuenca, y el presidente andaluz, Juanma Moreno, en la quehablaron de unir fuerzas por los proyectos clave de futuro y prometieron dejar al margen sus respectivos intereses políticos, puede ser un gran brote verde. Ahora hay que pasar de las palabras a los hechos.

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