Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Pobres trabajadores

La libertad de mercado existe para el que contrata, el resto únicamente dispone de la libertad de aguantar o quejarse

Están los trabajadores pobres y están los pobres trabajadores: becarios con treinta años, contratados a media jornada de diez horas y afortunados que echan peonadas desde la mañana a la noche durante seis días a la semana y sufren una suerte de sadomasoquismo laboral. Millones de seres reventados en un país con otros tantos millones de parados. ¡De locos! La libertad de mercado existe para el que contrata, el resto (funcionarios excluidos) únicamente dispone de la libertad de aguantar, despedirse o quejarse en Facebook, como hacía la semana pasada Rubén Darío Vallés: "Despierto para volver al infierno. Once horas currando a turno partido". Nadie denuncia, por miedo. Nadie testifica, también por miedo. Los intelectuales hablan poco de eso. Y los obreros callan porque pasan demasiado tiempo trabajando y cuando pliegan están agotados. Bastante tienen con el lexatín. Los que escriben, como el de "¿Quién me ha robado mi queso?", se permiten el lujo de cobrar por eructar que la crisis es una oportunidad, pero la crisis no es una oportunidad… es una mierda. Y lo otro, nadie ve a un inspector de trabajo. Yo no he visto a uno de estos seres espectrales ni en un periódico ni en la barra de un bar ni en ninguna de las mesas de los restaurantes en las que he obtenido varios máster presenciales y me he doctorado durante treinta años de trabajo. Lo juro por todos los cogotes de merluza que me comí en tiempos mejores en Los santanderinos. Los convenios, como el último de hostelería, valen para firmarlos y anunciarlos en prensa. Cumplirlos se cumplen poco, con lo que tenemos a miles de empresarios fuera de la ley, defraudando horas a la Seguridad Social y pagando las horas extras con una palmadita en la espalda el día en que te despiden porque te falla el vigor y has cumplido 55 años.

Un fantasma recorre España, es el fantasma de la precariedad y el abuso laboral que facilitaron las dos últimas contrarreformas laborales, especialmente la del PP. Ese es el atropello con el que quiere acabar Pedro Sánchez, quien ya ha anunciado que "el Gobierno va a aprobar un plan director de lucha contra la explotación laboral (…) y se han movilizado recursos a la inspección laboral para hacer emerger esa realidad". La iniciativa, si se cumple, le hará recuperar votos al PSOE. Pero lo capital es que, sólo por eso, ya merecía la pena jubilar a Rajoy y al Partido Popular. Con ellos, cuanto más crecía el país, más bajaban los sueldos. Como en el Manchester de 1840.

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