SErgio Bueno Illescas

¿Qué es Podemos?

Está por ver qué puede aportar el nuevo partido a la pluralidad de la izquierda

SE han hecho análisis de lo más diverso sobre esta fórmula electoral que debe su éxito a innumerables factores, quizá todos válidos según el punto de partida de la reflexión, yendo más allá de efímeros antisistema, indignados, socialistas defraudados o comunistas radicales.

Pese a esto, los enunciados de Podemos son por lo general una obviedad y por ello, prácticamente todos los compartimos en mayor o menor medida como elemento de partida. Más libertad, menos recortes, diferente modelo de crecimiento económico y así sucesivamente terminan por componer una partitura sugestiva en la melodía pero bastante pobre en su letra.

Siempre he reiterado la importancia no sólo de los hechos en política sino también de los gestos que vienen a configurar la antesala de la voluntad de una organización y nos permiten interpretar el fondo de los proyectos más allá de los clichés de agenda. Nuevamente me reafirmo en esa tesis más aún al analizar los primeros pasos de Podemos. Utilizar la figura de Carlos Jiménez Villarejo, jurista de reconocida trayectoria, presentándolo como adalid de la regeneración democrática que preconiza Podemos y, a las pocas semanas, acabar renunciando al compromiso para el que fue elegido, se parece bastante a una mera estrategia de captura de votos. Por otro lado, concebir un partido ex novo a partir de listas cerradas y bloqueadas para elegir los cuadros de dirección del que dimana un comité de ochenta de entre los que acaban eligiendo el líder, es un modelo de organización política que se parece, por no decir que es idéntico, al que critican de los partidos clásicos calificándolos de castas. Guste o no, el partido que ha roto ese statu quo ha sido el PSOE a través de sus primarias.

Podemos ha tenido un éxito electoral inapelable en mayo pasado. Ahora, con un crecimiento electoral ralentizado según sondeos recientes -y no con los que se nos quiere adormecer desde el CIS gubernamental-, la nueva organización no va a presentar candidaturas en todos los municipios del país en una clara estrategia de no desgastar su marca electoral e, incluso, donde la presenten lo harán como una mera multinacional de la franquicia o modificando su nombre. Con esta iniciativa parecen tan solo estar preocupados por poner a salvo su cartel electoral más que implicarse en resolver los problemas cotidianos de los ciudadanos. Desde Podemos saben que se van a topar con un escenario electoral en la mayoría de los casos plagado de alcaldes y concejales fajados en más de una lucha para mejorar el bienestar de sus vecinos y, por consiguiente, competirán en un contexto electoral poco abonado al discurso facilón frente a la troika. Un partido que se dice de transformación social que no concurre a las elecciones locales donde la interacción entre política y político es diaria y la vinculación institución y ciudadanía no tiene barreras, suena a mero cálculo electoralista, más que a compromiso con los ciudadanos. Si finalmente entramos a expurgar el argumento esgrimido para esa incomparecencia, el de no fiarse de que pudiesen adherirse indeseables que perviertan el partido, me pregunto quién es el ungido que desde arriba decide quién es apto y quién no para trabajar por sus vecinos. En conclusión, se parece poco a ese moralizante modelo de asamblearismo democrático desde la base que defienden.

No faltará quien diga que retuerzo mis argumentos o que yerro en el análisis pero basta antender a la letra que está escribiendo Podemos y no sólo a su melodía para observar que, al menos hoy, parecen solo un círculo vacío. En el espectro de la izquierda, tengo un profundo respeto por IU que atesora una neta vocación y compromiso ideológico que no le impide saber sumar en pro de la cohesión social construyendo gobiernos de progreso donde hemos sido capaces de hacer primar las ideas sobre otras cuitas junto al PSOE. Por contra, hoy por hoy, dudo que Podemos sepa aportar lo que imprimen PSOE e IU a la pluralidad de la izquierda y que espero sea algo útil.

El PSOE, partido en el que milito, pese a sus defectos, está netamente a la izquierda entre otros motivos porque la organización lo es de sus afiliados y hay una legión anónima de personas y militantes de raíz socialista que cada día trabajan desde sus responsabilidades públicas, en asociaciones vecinales y sociales, en movimientos ciudadanos de voluntariado y tantos otros, cumpliendo el mandato del histórico Willy Brandt: "allá donde exista una injusticia, habrá un socialista para combatirla". Lamentablemente Podemos, depende de dónde vivas y de qué injusticias se trate, podrá o no podrá combatirla.

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