Aunque para algunos es obvia la frase, no por ello es menos válida y sirve para abrir los ojos de más gente: "Antes del confinamiento, los ciegos eran ellos, no yo", cuenta Antonio Callejas, un invidente granadino del Barrio de la Magdalena que demuestra entusiasmo en sus palabras y que toma la palabra con autoridad para cantar las cuatro verdades. Los móviles no son perro guías sino bastones un poco torpes para andar por la calle sin ton ni son, tanto que se los que los usan sin parar se chocan constantemente. Y los cargadores de teléfonos más que cables son ya casi el símbolo de ese respirador artificial que si no tenemos vivimos con ansiedad de no contar la vida al minuto, al segundo. Por otro lado, está lo del turismo. ¿Se aprenderá algo de todo esto? Como por ejemplo que ya es hora de regular la actividad y cruzarla totalmente con el concepto de desarrollo sostenible. Aunque si algo afirmó Callejas que es la pura verdad es lo de que en esta sociedad se echa en falta empatía, eso que siempre hemos llamado ponerse en el lugar del otro: del ciego, la embarazada, la persona con movilidad reducida, el mayor, el joven, el trabajador, el parado...

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