La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Pro o anti

Contra este fanatismo no ayudan los casos Gürtel o Ere, ni los tres por ciento, ni enchufar militantes, ni recortar en Sanidad...

Este nuevo mundo político que nos quieren descubrir los captores de mentiras que dejó el anterior, los robin hood del Sherwood hispano, pretende obligarnos a distinguir sólo entre dos maneras ideológicas de hacer política: pro o anti.

El equilibrio, el distanciamiento razonable, el alejamiento de los matices radicales o injustos, no está contemplado en las líneas de flotación que defienden unos y otros. Si será la cosa que hasta Serrat o Sabina han sido tildados de fascistas por salir respondones al proceso catalán de suicidio independentista. Y Borrell. Y Vargas Llosa. Y Josep Piqué.

Pasado mañana, en Cataluña, habrá una oportunidad para definir el futuro de estos quinquis advenedizos del sentido común, que justifican a un presunto asesino por ser del gremio okupa. Que comprenden que el odio justifique el homicidio violento tras ver a otro ciudadano vestir unos tirantes con los colores de la bandera española. Usar tirantes, nuevo delito para nuestros salvadores antifascistas. Hay una facción catalana antiespañola del procés que nos advierte de que no reconocerán victoria alguna que no sea la suya. Y no son simbólicos, más bien seres a los que la soberbia les ha engullido el alma, el corazón y la cabeza.

Retar al radicalismo se está convirtiendo en un ejercicio de heroísmo entre quienes pretenden darle a la democracia mucha más importancia que a la idea propia, compartida o no. La excusa de la ridícula opresión, el falso exilio, la inventada represión o la falta de democracia es la argumentación con la que quieren confiar al éxito la derrota del ponderado equilibrio, que es el único que ha demostrado siempre ser quien más ayude al progreso real.

"Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo" es la frase que nunca dijo Voltaire, sino que la utilizó la biógrafa británica del autor francés, Evelyn Beatrice Hall, en el libro Los amigos de Voltaire, y de cuyo significado real no consta aprecio alguno entre los llamados hijos de la nueva política. Al contrario, sus fusilamientos tuiteros contra el discrepante no son al amanecer, sino a plena luz del día.

O pro, o anti. No hay punto medio. Y contra este fanatismo no ayudan los casos Gürtel o ERE, ni los tres por ciento, ni enchufar militantes, ni recortar en Sanidad o Dependencia. Ni miaja.

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