Prometedor futuro

La miseria moral es hoy la bandera de un sistema que cada día es más ajeno para la gente que hace tiempo lo soporta con rechazo

No es fácil levantarse una mañana y descubrir que Trump es el nuevo dirigente de los Estados Unidos, como lo es Putin en Rusia, Kim il Jung en Korea del norte, Xi Jinping en China, Netanyahu en Israel, Merkel en Alemania, May en el Reino Unido y algún otro que se me escapa, como nuestro querido Rajoy, gracias a los votos de los socialistas, no lo olvidemos. No es fácil en la misma mañana descubrir que el mundo se ha vuelto de pronto muy inestable y peligroso.

Tengo un viejo amigo, aunque creo que, como casi todo el mundo, ya no me quiere, que repetía, desde hace años y de forma incesante, que el mundo se estaba acabando y hasta hace poco pensé que exageraba, pero ya no lo pienso ante tantas señales del apocalipsis que no son como muchos suelen pensar, el deshielo del casquete polar, la contaminación o el cambio climático, no. Los signos del final son algo más sutiles y tienen que ver con la desaparición de los valores democráticos que alumbraron nuestro mundo contemporáneo desde la Revolución americana de 1787 y su secuela europea en la Francia de 1789. Es cierto que estas revoluciones engendraron violencia, pero también lo es que nacieron con la determinación de crear un mundo basado en unos principios de libertad, de justicia, de igualdad y hasta de fraternidad, que debieran haber ido haciéndose más sólidos con el tiempo.

Pero hay demasiados signos que evidencian el final de ese mundo y por eso ha ganado Trump las elecciones. Aunque el signo no es que Trump haya ganado, sino simplemente que haya llegado a presentarse. Él y muchos otros que hemos visto salir y alimentarse de un sistema político vacío y en decadencia y alcanzar puestos cada vez más elevados en aquello que debía ser el gobierno del pueblo, pero también el gobierno de los mejores.

Hace unos días, un señor de gafas de azules del PSOE, que ha cambiado de opinión tantas veces como su ausencia de principios le permite, reivindicaba la memoria de sus mayores para legitimar la inadmisible entrega del gobierno de la nación al jefe del partido más corrupto de Europa. Él, que recordaba a hombres y mujeres que sí que tuvieron principios, nos recordaba sobre todo a Groucho Marx: estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros.

El Mediterráneo se llena cada día de cadáveres de los que escapan de una guerra que otros han alimentado y en la que Rusia bombardea hospitales, Turquía kurdos, Israel sigue asesinando niños, Irak chiítas, Irán sunitas y en España, ¿para qué lo vamos a negar?, nos desborda la alegría porque los vientos de esa guerra llenan de aviones de turistas nuestros aeropuertos.

La miseria moral es hoy la bandera de un sistema que cada día es más ajeno para la gente que hace tiempo que lo soporta con rechazo y repulsión.

¿Por qué se extrañan de que gane Trump si en España ha ganado Rajoy?

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