Propuestas de rufianes y miserables

Con las recetas sociales que proponen, se perfilan como verdaderos ruines de espíritu, roñosos de alma y corazón

No porque se haya escrito mucho de este asunto, quiero dejar dejar de opinar yo también, para reprobar la ingrata actitud del líder del partido Podemos, Pablo Iglesias, el cada día menos bisoño político de la coleta, los mellizos y el casoplón y otros correligionarios, que invitan al común del vecindario no sólo a no aceptar, sino especialmente a despreciar las multimillonarias donaciones que la conocida y generosa Fundación de Amancio Ortega, propietario de la firma Inditex, ha venido ofreciendo a los sistemas sanitarios de diferentes comunidades autónomas, superiores a 300 millones de euros, para la compra e instalación de costosísimos aparatos, de tan vital como insoslayable importancia, para enfermos de esa terrible enfermedad que es el cáncer.

Es esta polémica en la que han intervenido todos los partidos políticos con representación parlamentaria, multitud de asociaciones, amplios sectores de la sociedad española, profesionales de la sanidad e incluso, algunos verdaderos interesados, cuales son los que padecen en sus carnes alguna de las múltiples formas de este padecimiento atroz, que causa enorme dolor y verdaderos estragos a la gente, en expresión habitual del mismo Pablo Iglesias.

Aunque este asunto lo puso encima de la mesa la controvertida Isabel Serra, candidata de Podemos a la Comunidad de Madrid y alérgica a los cajeros electrónicos de los bancos, viendo las dimensiones que adquiría el asunto en este verdadero patio de Monipodio en que se convierten por momentos las coincidentes campañas electorales, motivó que acudiese, raudo y pontifical -siempre- la voz llena de teatralidad y falsa autoridad de su nada ilustre jefe -en el sentido de la primera acepción académica del vocablo- el repetido Pablo Iglesias, del que Dios nos libre.

Este parlamentario de la larga coleta y su dividido partido que baja en confianza como la espuma de una mala gaseosa, preso inhumano de su fracasada ideología política, que por su interesado y cobrado consejo sólo produce hambre e injusticia en países como Venezuela y propugnando, mezquino, la tesis de que estos aparatos sólo deben de financiarse por la sanidad pública y a través de los impuestos necesarios. Y que no deben de permitirse ni aceptarse donación alguna de esta índole. Aunque los enfermos rabien y se mueran.

Estos miserables, con estas recetas sociales que proponen, se perfilan como verdaderos ruines de espíritu, roñosos de alma y corazón, con sus propuestas insolidarias, perversas, canallas y hasta propias de los peores rufianes. Yo le doy las gracias, Amancio Ortega. ¿O no?

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