Buscando razones

josé Antonio Pérez Tapias

Proyecto de país

SI para determinados viajes no hacen falta ciertas alforjas, no hacía falta AVE para el que hicieron Rajoy y Mas bajo la débil sombra tutelar del Príncipe Felipe. Inaugurar un tramo de tren de alta velocidad para evidenciar la velocidad de retroceso de la comunicación entre tan ilustres viajeros no merecía la pena. Debían evitarse escenas de las que no se espera nada. Como debían plantearse de otra forma otros actos protocolarios a la vista de lo que dan de sí, como cuando un ministro de Defensa salta con declaraciones sobre "absurdas provocaciones" que soportan los militares, las cuales, por su equivocidad, son entendidas ellas mismas como provocación -lo es dar a entender que en democracia los militares pueden verse provocados-.

Puestos a abundar, se podían ahorrar entrevistas a caballo entre publicidad institucional y propaganda política -como la hecha al Rey recientemente en TVE.

Mala comunicación en el ámbito político, en los medios, en el espacio público: así es difícil que cuaje algo positivo, con lo cual más se desanima una ciudadanía que sufre injustos ajustes y observa atónita, por ejemplo, el cínico desembarco en Telefónica de quien ha sido responsable del hundimiento de Bankia. Con tal panorama de incomunicación, desafueros, injusticias e ineficiencias, no extraña vernos desnudos en cuanto a "proyecto de país". Lo formuló Felipe González hace unos días. Razón no le falta.

Con tal carencia, ¿cómo proceder frente a la crisis institucional del Estado, a la vez que se lucha para salir de la crisis económica? La incomunicación que hicieron patente el presidente del gobierno de España y el presidente de la Generalitat es metáfora de nula voluntad de hacer algo en común. Ya subrayó Ortega, cuando hablaba de aquello de un "proyecto sugestivo de vida en común" como definitorio de la vida compartida en un Estado, que no se convive políticamente "por estar juntos", sino "'para hacer algo juntos". Sin proyecto de país, ¿qué hacer? Despegan propuestas secesionistas porque para esa pregunta no aparecen respuestas. Urge, por tanto, elaborarlas, sabiendo que, por un lado, va en su contra el desastre de la política económica que se aplica y que, por otro, no basta la mera ingeniería jurídica en torno a la Constitución. Por eso algunos nos empeñamos en un Estado federal para una España plural en la que queremos reconocernos conviviendo solidariamente.

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