Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Psicología funcionarial

Siguiendo con el angustioso calvario que sufrimos los ciudadanos-esclavos al relacionarnos con las Administraciones, la pasada semana apuntaba la necesidad de desplegar grandes dosis de psicología funcionarial para ser atendidos medianamente bien por ese funcionario que hay tras una mampara, geles, mascarillas, escaneos del DNI, rayos X, arcos de seguridad, vigilantes como armarios, verjas, citas previas, e-registros, e-DNIs, e-cl@ves, e-firmas, e-portales, en un recorrido inverso recordatorio de todas las estaciones de penitencia por las que hemos tenido que pasar antes de ver cara a cara al dichoso funcionario.

Y ahora que el gran momento ha llegado, hay que acudir forzosamente al Manual especializado en psicología funcionarial, aprendido con la experiencia de cientos de veces en las que nos han despachado con formas y/o argumentos poco o nada aceptables.

Y es que hay que aprender a saber detectar los distintos funcionarios-tipo. Funcionario-amable: nada que objetar, así deberían ser todos conforme al artículo 13.e) LPAC; funcionario-soberbio/prepotente: frente a este prototipo tenemos dos opciones: o hacernos los tontos, ser serviles, dar las gracias ininterrumpidamente, sonreír continuamente y aguantar el tirón -no se olviden de la mascarilla bien puesta y de ponerse gel delante del funcionario, que debe ver que somos ciudadanos responsables-, o pedirles que nos remitan a su inmediato superior jerárquico, y si se niegan, pedirle sus datos -artículo 53.b) LPAC- y si se niegan también, presentar una reclamación; funcionario-ignorante: en este caso, lo mejor es hacerse el tonto directamente y pedir que nos atienda otro algo más preparado; funcionario-web: aquel que nos remite como un papagayo a la página web de la Administración y que, aunque le indiques que no funciona, sigue erre que erre, por lo ue en este caso hay que hacerse el despistado y alejarse a lo tonto de su mostrador para acercarse a otro más receptivo; funcionario que está todo el día tomando café: intentar que nos atienda otro e insinuar sutilmente que su compañero siempre está tomando café, pero sólo sutilmente, porque, si no, éste otro nos atenderá en modo funcionario-soberbio, incrementándose las posibilidades de fracasar en nuestra misión; y funcionario-remix: salir corriendo.

Es muy importante seguir a rajatabla con las indicaciones dadas para el ciudadano-esclavo si es que queremos salir victoriosos de esta misión imposible en el inexpugnable castillo de la Administración.

También es imprescindible seguir las indicaciones posteriores: si triunfamos en nuestra misión, racionar el éxito, vayamos a tener complicaciones cardíacas o de otra índole; si fracasamos: tomarnos una tila y empezar de nuevo con la ruta del calvario e-administrativo, porque, seguro que todos juntos, alguna vez triunfaremos…

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