Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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¡Putas orquídeas!

Hay machos alfa románticos ponen cara de asco cuando se les nombra a San Valentín

Sobre el día de San Valentín cae todos los años un aluvión de críticas: que si es un invento de El Corte Inglés, una argucia del mercado o una máscara que disimula el tedio de las parejas. A un irreverente, le he leído, incluso, que El Corte Inglés es un invento de San Valentín. Muchos románticos embozados, que no han salido todavía del armario de la ternura, hombres que van de duros, ponen cara de asco cuando se les nombra a San Valentín. La misma que componen ciertas mujeres "concienciadas" cuando alguien les habla de fútbol. Recuerdo que en una tertulia radiofónica, El sacapuntas (en la que las integrantes, sólo mujeres, dedicaban parte del debate a adelgazar la insoportable falocracia del patriarcado, desbastando el obelisco de su prepotencia con el sacapuntas de la bulla de colegialas alborotadas), cuando se hablaba de fútbol, siempre saltaba alguna, despectivamente, con que ella no entendía de fútbol y que no sabía lo que era un penalti. Fui objetor pasivo de los días de algo hasta que se inventó el día mundial del orgasmo femenino. A partir de ahí, los combato con denuedo. Me temí que, si nos deslizábamos por esa pendiente, se terminaría proclamando el día de la tortilla de patatas, de Betanzos. Vesánico, busqué en internet los nombres de las flores más bonitas y, cada año, voy colgando en mi muro de Facebook el nombre de una de ellas, precedido del adjetivo "puta": putas glicinias, putas gardenias… Este año le ha tocado a las orquídeas. Pero he cometido el error de, junto a una foto preciosa de un ramo de estas flores, poner estos versos de Juan Ramón Jiménez, "El amor, un león / que come corazón". Inmediatamente, un tal Paolo Collejo me ha espetado: "Tienes que salir del armario, eres un romántico embozado". ¡Qué palo! Sobre todo en una época en la que el romanticismo se ve como una forma más de machismo, como si fuera una engañifa más del patriarcado. Azuzado por la puya de Collejo, me atreví a insinuarme a una amiga que me había comentado -irónicamente- que las orquídeas se visten como putas y que son las geishas del reino de las flores. Atrevido, le di a entender que sus palabras me conmovían: "No verdees", le supliqué, romántico, "con tus palabras las hojas de mi otoño enajenado". Y fue entonces cuando en la pantalla de mi ordenador por un momento se me apareció San Valentín.

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