El título de esta columna les puede sorprender y manifiesto que lo escribo no para llamarles la atención, ni por hacerles la pelota a todos aquellos miembros de la izquierda de la izquierda, la ultraizquierda, o del progresismo más progresista que desde que el tal Putin decidió invadir Ucrania claman y gritan que no hay que invertir en armas, pues con ello les estamos haciendo la ola militarista e imperialista a los capitalista de mierda de los yanquis (go home). No, nada de eso.
Manifiesto que a Putin terminarán por aclamarle todos aquellos que estaban en contra de cerrar las nucleares, franceses bastantes de ellos. O todos los que a regañadientes iban cerrando las minas de carbón, polacos ellos. O todos los que han confiado no pasar frío en los inviernos, allá donde aún lo hay, contratando en un alto porcentaje el suministro del gas de Putin, diversas nacionalidades europeas encabezadas por los alemanes.
Manifiesto que Putin es un verdadero mago, del lado oscuro de la fuerza, pues ha conseguido tornar en verde la radiactividad. Yo siempre la había imaginado de amarillo y negro, como en los carteles esos que pone DANGER, o si acaso la pintaba en rojo fuerte de explosión y sangre, o en negro de carne quemada tras una explosión nuclear. No, ahora resulta que es verde ecológico; no lo digo yo, lo dicen en la Unión Europea. Incluso hasta el gas de Putin también es verde. Yo juraría que el gas es incoloro, al menos en los escapes no se le ve color alguno ni tampoco es cuestión de acercarle una cerilla para verle el color. Oigan, que es verde. Y que hasta el carbón, negro que te quiero negro, puede tornarse en energía verde. Qué gran truco de magia el de Putin.
Manifestemos todos que por no pasar frío el próximo invierno vamos a deshacer todas las decisiones sobre el uso de combustibles fósiles e incluso hasta los verdes alemanes van a tragar con que la energía nuclear es verde. Bueno ellos ya eran verdes antes. Manifestemos que con el calor da igual que consumamos como nunca, salvo donde no tiene aire acondicionado pues no lo necesitaron y luego ya llegará el invierno. Ahora es tiempo de divertirse como la cigarra del cuento. Y cuando llegue el frío ya nos calentaremos viendo el mundial de fútbol de Catar. Dejarse sobornar por los calores de los emiratos democráticos árabes fue una gran idea, mejor incluso que dejarse sobornar en el mundial anterior por el gas verde del gran mago oscuro de Putin. Vale.
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