MARÍA Dolores de Cospedal, ya me imagino que sabrán quién es, ha declarado recientemente, con la misma solemnidad con que de niña debió renunciar a Satanás, a sus pompas y a sus obras, que Griñán, Presidente de la Junta de Andalucía, es un izquierdista radical porque se ha quejado de que Rajoy esté intentado, por la vía de la asfixia económica, lo que no pudo conseguir por la vía de las urnas en las pasadas elecciones autonómicas; cortarle la cabeza al Presidente o, si no pudiera ser, partirle por lo menos las piernas a hachazos que, para el caso, viene a ser lo mismo. Y no es que me esté inventando conclusiones sanguinarias o que esté sacando deducciones aventuradas el señor Presidente en su queja, es que para confirmar la hipótesis, otro bien templado personaje popular, el alcalde de Sevilla y Secretario General del PP andaluz, ya saben, el del Metro de Sevilla, en el rancio tono monacal que le caracteriza, reivindicaba hace unos días que lo que Andalucía necesita es un "rescate político" que, no se a ustedes, pero a mí me suena a subversión del orden constitucional, más o menos a la altura de su título VIII que, para qué nos vamos a engañar? nunca le ha gustado un pelo al siempre dialogante PP.

Como me falla la memoria y hasta mis hijos suelen decir que me repito, no sé si les he contado ya que a mí me da la impresión de que el objetivo de una buena parte del PP en la actualidad no es el de gobernar España pensando en el futuro, ni siquiera en su futuro, que sería cosa más de entender, sino el de gestionar una parte del pasado con la que se sienten manifiestamente incómodos: la transición democrática y, por eso, ahora que pueden, sueñan con volver el calendario al 20 de noviembre del año 1975 y corregir algunos capítulos absolutamente inaceptables de aquella parte de la historia. Entre otros, el que otorgó un Estatuto de Autonomía a Andalucía contra todo pronóstico de la derecha española, fuese la mesetaria o fuese la periférica que no recuerdo yo, ya saben mi mala memoria, a los vascos o catalanes echando una mano a los andaluces en aquella batalla que peleamos y ganamos solos.

Los insultos, descalificaciones, chantajes y no sé cuantas cosas más que el gobierno de la nación y todo la derecha, incluida la catalana, dedican a Andalucía, con perseverancia de memos, han alcanzado su momento de mayor brillo, en la presión de Rajoy sobre los bancos para que no financien con sus préstamos, como ha sido habitual, a la Comunidad Andaluza y entregarla así, atada de pies y manos a los designios de Montoro. Y mientras, dice Cospedal que Griñán es radical.

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