Reaccionarios y liberales

Preocupados por camuflar a sus socios de Vox, los de Cs acaban por no saber quiénes son ellos mismos

Los despropósitos del ex juez Serrano sobre la sentencia de La Manada retratan su afán de protagonismo. También su ideología reaccionaria: en resumen, estamos mal y vamos a peor. El personaje público que ha creado interpreta un papel desagradable. Malhumorado, triste, pesimista, cenizo. Parece el talante de una persona frágil en permanente estado de ansiedad, a merced de sus emociones más primarias. Eso incluye la baja por depresión, ante el escándalo generado; puño de hierro y barbilla de cristal. ¿Puede ser una pose? Alguien así no estaría muy capacitado para representar a la sociedad andaluza en el Parlamento o a un cliente en un bufete de abogados, pero desde luego quedaría inhabilitado para ejercer de juez e impartir justicia. Hace falta equilibrio, mesura, sentido común.

Hasta Vox, un partido populista abonado a la excentricidad, la provocación y las salidas de tono ha descalificado sus alusiones a la prostitución como única vía de relación segura entre hombres y mujeres, a las turbas feministas supremacistas, o que hasta el impotente de un gatillazo pueda acabar en prisión. Todo para criticar una sentencia por el hecho, que oculta, de que el presidente de ese tribunal fue el ponente de su inhabilitación por diez años, que después anuló el Constitucional.

Más allá de su afición a hablar con las tripas, el diputado de Vox se comporta como un reaccionario de libro. Y no sólo en este caso. El jurista e historiador norteamericano Abbott Laurence Lowell, que fue presidente de la Universidad de Harvard durante 24 años, hizo hace un siglo una sencilla clasificación de ideologías muy útil en su libro Public Opinion in War and Peace. Allí calificaba como reaccionarios a quienes no están satisfechos con la realidad presente y tampoco ven perspectivas de mejora en el futuro. Esa es la traza de las imprudentes declaraciones de este diputado.

Por cierto que Lowell definía a los liberales como la antítesis de los reaccionarios: contentos con la realidad presente y optimistas sobre el futuro. Algo que casa poco con la imagen que proyecta Ciudadanos, un partido crispado y desconfiado en este momento, que no encaja en absoluto con el perfil clásico de liberal, tolerante y flexible. Examinando las declaraciones de Serrano, se comprende la duda existencial que anida en el partido de Rivera. Preocupados por camuflar a sus socios de Vox, los de Cs acaban por no saber quiénes son ellos mismos. Y a veces se parecen demasiado.

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