La columna

Juan Cañavate

jncvt2008@gmail.com

Récords

La situación es de una ciudad entera autocomplaciente e indolente que lleva años eludiendo la realidad

Recogían algunos medios hace unos días, un comunicado de la fiscalía por el que nos enterábamos que Granada ocupa el primer puesto en la producción de cannabis de España. Puesto que la coloca, sin competencia, en la primera de Europa; un gran honor para nuestra ciudad y récord que parece tener que ver bastante con la larga lista de tiroteos que este verano han animado nuestras calles y, aunque Granada ha dejado de ser ese espacio amable y tranquilo que fue en otro tiempo, hay que reconocer que así está menos aburrida.

Parece que en esto de combatir el tedio del caluroso verano a tiros, también andamos cerca de alcanzar un papel relevante en el ranking.

Somos, también lo sabemos desde hace años, una de las ciudades con una contaminación ambiental más elevada de España y en otros ranking significativos no andamos del todo mal. En asuntos como el paro, la precariedad laboral, el despoblamiento, la suciedad, el tráfico, la movilidad, la ocupación de espacios públicos, los equipamientos, las comunicaciones, los pisos turísticos... ocupamos un papel destacado para envidia de otras ciudades y, aunque en general la calidad de vida de los ciudadanos anda algo fastidiada, la verdad es que batimos récords uno detrás de otros.

Respecto a la responsabilidad del asunto, no sería justo señalar a nadie en particular, incluidos sus gobernantes. Sean los de antes, que consiguieron convertir la ciudad en un gran negocio para beneficio propio o de sus amigos, o los actuales, dedicados la mitad de ellos a apagar fuegos con manifiesta vocación de bomberos y la otra a ponerse de perfil en las fotos.

En serio, esto no es de hoy ni de ayer. La situación de esta ciudad, cada día más invivible pero en el top de tops, es el resultado de muchos años de dedicación y esfuerzo por parte de todos. Casi de una ciudad entera autocomplaciente e indolente que lleva años eludiendo la realidad con una puesta en escena de la vida urbana que alterna la exaltación de nuestras tradiciones más rancias con la reivindicación de un imaginario mítico y glorioso que, desgraciadamente, no tiene nada que ver con la vida cotidiana de sus habitantes.

En cualquier caso, no hay que preocuparse demasiado. Hoy, en la ciudad más bella del mundo, volverán nuestros políticos a encabezar la procesión de la Virgen de las Angustias y eso, realmente, es lo que importa.

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