Reencarnación

Temieron que no serían bien recibidos en España si los herederos de Nuestro Salvador y Olona seguían teniendo influencia

Según el chamán, la niña tenía el pelo lacio porque se había portado mal en su anterior reencarnación. Una vecina se encogió de hombros y dijo: "Será una lavandera robusta"; pero la madre quería algo mejor para su hija y la llamó Monasterio: "La que quiere ser arquitecta".

Monasterio creció saludable a pesar de las escaseces del Sahel. Ya convertida en mujer, se emparejó con un joven al que, como un vaticinio de prosperidad, habían llamado Iván (que significa "el número de la cuenta del banco"). Iván y Monasterio, quizá influidos por vagas reminiscencias de otra vida, soñaban con estudiar y con habitar un día un hermoso loft que ellos diseñarían.

Convencidos de que no podrían realizar sus sueños en la aldea, se despidieron de sus familias y partieron hacia el norte. El camino fue penoso. En Dajla se embarcaron en una patera tripulada por un tal Abascal. Se decía que era un mafioso porque cobraba por los viajes. Pero él replicaba que de algo tenía que comer, y que ya le habría gustado vivir de la política. Quizá esta vocación le viniera también a Abascal de una vida anterior.

En la travesía temieron perecer ahogados. Cundió el desánimo. No ayudó escuchar en la radio un reportaje sobre la xenofobia que incluía discursos de un antiguo alcalde de Granada, apodado "Nuestro Salvador". Este había protestado porque el Gobierno había soltado en la ciudad doscientos inmigrantes provenientes de Canarias. También había afirmado que aquellos no se habían pagado el billete, sugiriendo que un inmigrante solo puede poseer lícitamente dinero si se lo ha regalado el Estado. La locutora explicó que Nuestro Salvador había comenzado su trayectoria política en el PSOE y había terminado en el PP, pasando por Cs. Alguien gritó: "¡Ese sí que era un migrante!".

Oyeron a continuación la voz grabada de una antigua diputada por Granada, Macarena Olona, que invitaba al ministro del Interior de su época a acoger los inmigrantes en su casa, si era tan humanitario. Temieron que no serían bien recibidos en España si los herederos de Nuestro Salvador y Olona seguían teniendo influencia.

Cerca de Gran Canaria se acercó una patrullera de Salvamento Marítimo. Al ver la bandera, a Iván, Monasterio y Abascal se les erizó el vello sin saber por qué. Pero les asaltó el temor de que la patrullera se llamara de "salvamento" porque la hubiera enviado Nuestro Salvador; o su postrera reencarnación.

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