Regularización

Los gritos y las consignas ya no movilizan a nadie. Lo que necesitamos ahora es una política inteligente

Leo que ERC y Podemos le van a pedir a Pedro Sánchez una regularización masiva de inmigrantes ilegales -alrededor de medio millón- para impulsar las políticas de izquierdas y para activar a un electorado desmovilizado. Y esto ocurre justo cuando se acaba de producir una matanza de inmigrantes ilegales que intentaban saltar la valla de Melilla por el lado marroquí (con cinco policías muertos, por cierto). No parece el mejor momento para estimular a la izquierda apática o desmotivada con esta clase de propuestas. Y más aún en un contexto de incertidumbre por la guerra de Ucrania y por las pésimas perspectivas económicas que se nos vienen encima. La gente está preocupada -muy preocupada- por el precio de los combustibles y por el precio de la electricidad, aparte de la angustia por una situación internacional que no pinta nada bien. En los últimos sesenta años nunca habíamos vivido una amenaza de guerra con una potencia nuclear, y además en un contexto de desconcierto -y hasta de pánico- por culpa del cambio climático y del riesgo que vive ahora mismo toda la economía mundial. En estas circunstancias, el ciudadano medio tiende a buscar seguridad frente a cualquier amenaza -real o ficticia- que pueda llegar desde el exterior. Y les va a tocar a los inmigrantes ilegales -que seguirán llegando, y cada vez más- pagar el pato de esta nueva neurosis apocalíptica que se está instalando entre nosotros.

Cualquier ciudadano europeo vive la situación actual con creciente ansiedad. Hay una guerra no muy lejos de nosotros, los suministros básicos están en peligro, el cambio climático está alterando el ritmo de las cosechas y todos ya hemos oído nombrar demasiadas veces las palabras "carestía" y "desabastecimiento" y "crisis grave". Ya sabemos que hay charlatanes que se dedican a pronosticar toda clase de cataclismos, pero ahora parece que la cosa va en serio. Y en estas condiciones, un gobierno sensato -sea el que sea- debería concentrarse en actuar de la forma que pueda crear más confianza entre los ciudadanos. Los gritos y las consignas ya no movilizan a nadie. Lo que necesitamos todos es una política inteligente y que trasmita seguridad, solvencia, sosiego, en vez de histerismos que no sirven para nada. No sé si será mucho pedir cuando uno está acostumbrado a vivir en la sobreactuación permanente.

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