Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Reporteros de guerra

La guerra que vendrá no es la primera. Firmada la paz, entre los vencidos, el pueblo pasará hambre. También, entre los vencedores

Si después del Holocausto alguien se preguntó: "¿Para qué coño seguir escribiendo?", imaginen ustedes qué pocas cosas quedarán por decir tras la pandemia. Estamos asistiendo a un holocausto de dimensiones desconocidas que retiene en sus casas también a muchos plumillas y escribidores, ahítos de cerveza y con bastante tiempo libre para redactar elucubrantes ensayos de anticipación. A la mayoría de los que escribimos nos pasa igual que a los políticos: que seguimos escribiendo, y ellos disputando, como si no pasara nada. Echándole la culpa del mal, según gustos y adscripciones, al adversario. Hasta el punto de responsabilizar de los muertos, más al contrario que al propio virus que, si seguimos por este camino, va a salir de ésta absuelto y reforzado. Los fallos del "sistema democrático que nos hemos dado" vienen de antiguo. Pervertido por la corrupción, el amiguismo y la endogamia. La sordera y el daltonismo moral de unos y otros para con las voces y los colores ajenos. Los derechos de los trabajadores y la libertad de expresión habían sufrido ya daños irreversibles. La Ley mordaza, la Reforma laboral y la rapiña de lo público y de sus servicios se había consumado. Militantes y periodistas, alineados con alguna formación, se encargaban de echar basura sobre los de enfrente. El insulto, los malos modos, sin límites, potenciados por los nuevos partidos, habían dejado ya la democracia tiritando. Un neoliberalismo voraz, ajeno al contrato social que ha mantenido a la gente tranquila, gracias a la educación generalizada y la medicina universal, ha tomado las riendas de la vida en común, imponiendo sus reglas salvajes y confinando a los políticos en peleas callejeras de niños gritones e ignorantes que con el ruido de sus trifulcas, ocultaban la carencia de poder de decisión, en manos de una economía depredadora. Si ya ha sido poco productivo escribir en los años anteriores a la pandemia, si los mensajes de periodista y pensadores no alineados ya habían quedado oscurecidos por el ruido y la furia, imaginen cómo será el escenario en el que tendrán que moverse los escritores tras el desastre. Un filósofo coreano de moda, Byung-Chul Han, lo anticipa, apocalíptico: "Sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente". Y los escritores: reporteros de guerra.

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