Réquiem por los piropos

La ministra de Igualdad mantiene la teoría de que si un hombre le dice algo a una mujer y se ofende, es agresión verbal

La puesta en marcha de la Ley de Libertad Sexual y las intenciones de la ministra de Igualdad Social de convertir en delito los piropos que los hombres dedican a las mujeres, ha puesto en marcha la imaginación de los internautas. "Denunciado un hombre por preguntar a una pescadera si tenía la almeja fresca", decía uno de los memes. Leí otro en la que un hombre le decía al vecino: "Ayer me monté con una mujer en el ascensor, le dije buenos días y la semana que viene tengo el juicio".

Por supuesto son exageraciones, pero dan una idea de que se está llevando el asunto por un sendero que incita a la chufla. Me acuerdo la que le liaron un grupo de feministas a un subdelegado de Gobierno de Granada que, en los noventa del siglo pasado, fue a inaugurar un centro femenino en Motril y al despedirse dijo "espero que sigáis tan buen buenas por dentro como lo estáis por fuera". Y remató la faena diciendo "aquí se podría hacer un concurso Miss Universo". Las alumnas, en su mayoría, se sintieron halagadas y hasta aplaudieron al subdelegado, pero una profesora puso en conocimiento ante las autoridades pertinente los requiebros del político y éste tuvo que pedir perdón y decir en público que sus palabras no llevaban mala intención.

La ministra de Igualdad mantiene la teoría de que si un hombre le dice algo con ciertas intenciones a una mujer y no se ofende, eso es halago; pero si se lo dice y le molesta, eso es agresión verbal. Pero… ¿dónde estarían los límites? ¿Qué juez o jueza sabría delimitar el delito y el alcance de la pretendida lisonja cuando se ponga en marcha la ley? ¿Acaso no es verdad que un mismo requiebro puede halagar a una mujer y molestar a otra?

Hubo un tiempo en que se puso de moda en mi provincia un piropo en los años sesenta en mi provincia de origen: "Niña, contigo sería capaz de desarrollar el Plan Jaén". Las muchachas se pavoneaban debajo de los andamios de los albañiles para oírlo.

Así que, ante la duda, habría que pensar en poner una placa que dijera "Aquí yacen los piropos". Hablando de placas, en la fuente de la Amapola, que está en la vereda de Enmedio, hay una de cerámica que dice: "Cuánto me gustaría, ser la fuente de tu barrio, pa cuando pases y bebas, sentir muy cerca tus labios". ¿Eso es un halago o una agresión?

Pues eso.

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