La ciudad invisible

César Requesens

Requiem por el turismo

VISITÉ Torremolinos, ya saben, esa ciudad de estética setentero-cañí en fase de liquidación por derribo. Aún luce allí un retrato del fundador de aquel invento del 'Turismo made in Spain', Manuel Fraga Iribarne, cuya decrepitud, tan mediática como la de Juan Pablo II, demuestra hasta qué punto a la fórmula de sol y playa le quedan dos conferencias y media a lo sumo.

Al pasear por aquel museo vivo del desarrollismo tardofranquista, no puede uno evocar más que a Alfredo Landa y Saza babenado entre las suecas en biquini; o a aquel fantoche 'sine nobile', Jaime de Mora, que encarnó el bluf de la 'jeta set' que acabó con la Operación Malaya, ese reventón del saco de inmundicia con ventilador incorporado.

Da pena volver por allí. En las terrazas otrora rebosantes de guiris lucen hoy carteles de 'Se traspasa'. El hotel-bandera de los ricos, Los Monteros, cerró en virtud de un ERE salvaje que le hizo un ruso, de esos que abundan en la zona disputando territorio a napolitanos o rumanos que se tirotean en semanas alternas.

En la costa granadina también vivimos el espejismo del turismo sin fin. Véase si no ese monstruo que hoy es Almuñécar, donde hasta los loros sufren de estrés junto a la playa; donde hasta el alcalde tiene más faena en el juzgado que en el despacho consistorial, en línea con Roca, 'Cachuli' y demás (presuntos) bribones. Un dulce sueño ya podrido.

Muchos responsables y pocos acusados. Porque las administraciones bien que jalearon la cultura del ladrillo. La franquista, la de UCD y la del régimen chavista-andaluz. Miraron para otro lado y pillaron su mordida en votos o en lo que fuera sin levantar tanta sospecha. Al final, esa birria de litoral repele a los guris, que se han vuelto exigentes mirando las ofertas de Marruecos, Túnez o Argelia.

Queda aún litoral por enladrillar entre Motril y Almería. Ya hay quien postula que mejor no acabar ese trozo de autovía para evitar la avalancha de alpargateros que asola el resto de playas ya prostituidas. A los alcaldes de la zona se les hincha la boca jurando que nunca sucumbirán a corruptelas y apaños, pero recuérdese que Julián Muñoz decía lo mismo al jurar su cargo, y que la carne es débil y más aún el bolsillo.

El pueblo, en su sabiduría, ya desconfía sanamente de lo que sale de la boca del político. Mentir es parte de su trabajo, tanto como traicionarse a sí mismo. Los políticos no van a cambiar (pones a otro en el puesto y siempre es más de lo mismo), pero nosotros, sí, "yes, we can".

Porque el comienzo del cambio es la toma de conciencia que se inicia al tumbarse en las playas citadas y aspirar ese hedor a muchedumbre apelmazada que vocifera/chapotea bien cerca de algún emisario marino, cuerpos flotantes entre la fetidez borbollante salpicada de medusas. El despertar a la luz es seguro.Esto no da para más. Pero si se va a ahogar la pena al chiringuito lo habrán derribado por ilegal, cuando era lo único que nos quedaba de aquel paraíso que un día atrajo al buen turismo.

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